Añoran chinos al viejo maoísmo

AutorÁngel Villarino

Corresponsal

BEIJING.- Los domingos a las 8:00 horas la mayoría de los jóvenes de Beijing están durmiendo, trabajando para ganar dinero, o dirigiéndose a centros comerciales para pasar un día de compras. Pero Weng y Yu Lin prefieren acudir a los seminarios organizados por la librería Utopía, abierta en 2003 para promover las ideas maoístas y luchar por una China más justa.

"Soy comunista, pero no estoy afiliado al Partido Comunista. El modelo de desarrollo actual sólo beneficia a los dirigentes. Al resto no nos deja tiempo para pensar porque tenemos que trabajar a todas horas para sobrevivir", comentó Weng, ingeniero recién graduado que trabaja para una empresa estatal.

Diferentes asociaciones neomaoístas han surgido en los últimos años por toda China, reclamando un mejor reparto de la riqueza y una vuelta a los tiempos en los que los dirigentes políticos trabajaban codo a codo con el pueblo.

La nostalgia por un pasado teóricamente más justo tiene incluso un reflejo institucional.

En los últimos años se están intentando recuperar canciones, símbolos y lemas del comunismo ortodoxo en diferentes ciudades del país.

De acuerdo con Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política china, el rechazo a las desigualdades sociales están generando tensiones al interior del Partido y podrían tener incluso consecuencias políticas a corto plazo si la corriente más ortodoxa consigue hacer prevalecer sus ideas.

"Puede derivar en una involución política e ideológica que se ha visibilizado con rotundidad en las recientes celebraciones del 90 aniversario de la fundación del Partido Comunista de China (PCCh)", sostuvo Ríos.

Los "neomaoístas" chinos tienen incluso un modelo que seguir. La megalópolis de Chongqing, la cuarta más grande del país y considerada el polo de desarrollo del interior, lleva desde 2009 implementando políticas que suponen una cierta vuelta al pasado.

"En Chongqing es el primer sitio donde se empieza a poner en marcha el cambio", aseguró Yi Qing, director del Centro Cultural Chino de Prensa Comercial.

Esta agitada ciudad es uno de los lugares donde resultan más sangrantes las abismales diferencias sociales chinas. Allí, miles de campesinos duermen en las calles, sin más pertenencia que una vara de bambú con la que realizan trabajos a precios de miseria, mientras que los hijos de las familias más ricas conducen deportivos y gastan cientos de euros en restaurantes, karaokes, salas de masajes y discotecas.

Entre los...

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