Entre el enojo y la frustración

AutorErnesto Núñez

Por momentos, parecía un episodio de una tragicomedia: Ernesto Cordero salía de su casa de campaña, se subía a una camioneta Suburban, daba una vuelta a la manzana y regresaba a la misma calle. Pero en lugar de entrar a su cuartel general, entraba en una oficina alterna, ubicada a 150 metros de donde había salido, del otro lado de la acera.

Habían pasado más de dos horas desde el cierre de las casillas, y Cordero entraba y salía de la oficina alterna, ubicada en el número 1051 de la calle Gabriel Mancera. En tres ocasiones subió a la Suburban blanca, desapareció por unos cuantos minutos y regresó al mismo lugar, con el rostro cada vez más desencajado.

Juan Manuel Oliva, su compañero de fórmula, entró a la oficina alterna a las 19:20 horas. "Dennos chansa", pidió a los reporteros cuando se le preguntó por qué tanto misterio.

Quince minutos después salió Cordero, volvió a subir a la camioneta, se alejó unas calles y, a las 19:42 horas regresó a su cuartel general, en el número 1022 de Gabriel Mancera.

Ernesto Cordero, el mismo que ayer por la mañana corrió 10 kilómetros desde el Deportivo Chapultepec, en Polanco, hasta el Casco de Santo Tomás, parecía jugar al gato y al ratón con sus estrategas.

Cordero, que hizo del running un sello distintivo de su campaña, que acumuló 300 kilómetros corriendo tramos de 5 a 10 kilómetros en los 60 días que duró la campaña, ayer decidió subirse a una camioneta para cubrir una distancia de 150 metros. Entró y salió, subió y bajó, sonrió y disimuló, causando gran confusión en su propio equipo, que veía cómo el "cuarto de guerra" se vaciaba y se llenaba.

Al mismo tiempo, unos trabajadores daban martillazos en el patio para abrir un registro del drenaje y tratar de destaparlo. Mientras Cordero recibía los reportes de los estados donde Madero le ganó tres a uno (Sonora, Nuevo León, Baja California y Puebla), un olor putrefacto emanaba de las cañerías de su casa de campaña.

···

A las 20 horas, aún sin resultados oficiales, el ambiente ya era fúnebre.

A esa hora el senador se instaló al fin en sus oficinas. Fue recibido por su esposa Cristina y una veintena de colaboradores que gritaron a coro "Cordero-Cordero", animados por la poblana Ana Teresa Aranda.

Arropado por sus incondicionales -Javier Lozano y Maribel Quiroga a la cabeza-, el candidato se abrió pasó hasta la escalera para subir a un cuarto donde se encerró con Roberto Gil, Fernando Rodríguez Doval y Juan Ignacio Zavala a...

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