La última pradera

AutorEsther Díaz

Enviada

Fotos: Rodrigo Sierra

EJIDO SAN PEDRO, Chih.- Al llegar a Janos, la noche recibe con una luna llena que no cabe en el cielo y una polvareda se levanta y penetra por las rendijas del carro hasta colarse en la nariz y la garganta.

Chihuahua es una tierra dura, de sequías prolongadas, temperaturas extremas a lo largo del año y amplias oscilaciones térmicas en un solo día. Sin embargo, aun con estas características poco amables para la vida, al noreste del Estado se erige la Reserva de la Biósfera de Janos, un vasto territorio de 526 mil hectáreas donde conviven pastizales y montañas, bisontes y perritos de la pradera que luchan por sobrevivir.

Guiados por Rodrigo Sierra, biólogo del Instituto de Ecología de la UNAM que lleva nueve años en la zona como investigador, se puede conocer este valle que durante el Pleistoceno era un gran lago y que ahora es donde se encuentran algunos de los últimos y mejores ejemplos de la pradera de pasto corto en México.

En tierras altas

Desde la montaña, la visión del valle ya no es la que cuentan que se veía antaño, una gran masa amarilla. Ahora, manchas enormes de color marrón oscuro inundan la vista. Es el mezquite, árbol que debido al sobrepastoreo ha invadido los pastizales.

Pero este no es el único problema que enfrenta la reserva. Los mantos freáticos están sobreexplotados y hay un mal manejo ganadero, explica Sierra.

"Otro problema muy evidente es el cambio de uso de suelo para desarrollar actividades agrícolas. Esta zona tiene demasiado interés para los asentamientos humanos dedicados a la agricultura", añade Alfonso Prieto, director de la reserva desde noviembre de 2013.

Pese a que aquí viven poco menos de 5 mil habitantes (muchos de ellos incluso fuera del polígono de la reserva), unos 3 mil (en su mayoría menonitas) usan las tierras de manera ilegal para agricultura.

Para atajar algunas de estas cuestiones, se han empezado a realizar proyectos de manejo sustentable de pastizales y de ganado.

"El objetivo de conservación son los pastizales naturales. Muchas veces el ganadero soltaba a sus animales en la época que fuera y así los tenía. El manejo no es arrearlos, llevarlos de un lugar a otro, sino establecer pruebas de comportamiento, inducir el estro (periodo de celo) en las vacas para que todas paran en una época determinada donde haya suficiente forraje y agua, no en las épocas críticas de sequía", dice Prieto.

"El proyecto se inició hace más de 10 años como piloto en el ejido Casa de Janos...

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