Jorge Volpi / El vencedor del tiempo

AutorJorge Volpi

Corrían las primeras semanas de 1967 y Gabriel García Márquez, quien estaba a punto de cumplir 40 años, era considerado un escritor talentoso y un brillante periodista, pero en cualquier caso una figura menor si se le comparaba con sus compañeros de promoción, ese grupo mitad literario, mitad político -suerte de trasuntos de los Beatles en América Latina-, conocido como el Boom. Carlos Fuentes estaba a punto de ganar el Premio Biblioteca Breve con Cambio de piel y hacía ya cinco años de que Mario Vargas Llosa había hecho lo propio con La ciudad y los perros, en tanto que Julio Cortázar había publicado Rayuela en 1963. Y entonces ocurrió el milagro.

La anécdota ha sido contada cientos de veces, como si formara parte de la novela misma: de camino a Acapulco con su familia, el narrador colombiano al fin creyó hallar el tono y el estilo de su próxima obra, dio media vuelta, volvió a la ciudad de México, vendió su coche para sufragar los gastos cotidianos y, mientras su esposa Mercedes se las arreglaba para sobrevivir, se sumergió en la prolongada composición de Cien años de soledad. Un par de años después, García Márquez se había convertido en el escritor más celebrado de América Latina y, en menos de una década, de todo el mundo. Y, apenas quince años después -un parpadeo en la historia literaria-, recibía el Premio Nobel de manos del rey de Suecia.

La historia de este libro, y de su autor, cargada con esa aura a la vez épica y mítica que asociamos con sus páginas, resulta hoy casi inverosímil. Es la a historia de un éxito literario y personal que pronto habría de transformarse en un hito para América Latina. Muy pocos libros han tenido un efecto tan poderoso sobre la realidad como Cien años de soledad, por más que se le siga viendo como un libro fantástico -o parte central de esa etiqueta, tan artificial y engañosa como todas las etiquetas, de "realismo mágico". Porque su publicación no sólo alteró drásticamente nuestra vida literaria, sino que modificó para siempre la percepción que el resto del mundo habría de tener desde entonces sobre esta parte de la Tierra.

Desde 1959, América Latina había dejado de ser un ámbito desconocido, más o menos salvaje y más o menos olvidado, para esa otra engañosa ficción que aún llamamos Occidente. De pronto, en plena Guerra Fría, parecía como si de pronto nuestros países hubiesen sido llamados a ser un nuevo "laboratorio para el fin de los tiempos", en el que tanto nuestros líderes guerrilleros como...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR