El activismo de los obispos

AutorFernando del Collado

Con renovados bríos "libertarios" como los que llevaron a los sacerdotes Miguel Hidalgo y José María Morelos en 1810 a la insurgencia, hoy los jerarcas católicos mexicanos retoman la palabra.

Desde sus templos o ante los medios, las jerarcas católicos anuncian nuevas batallas. José Guadalupe Martín Rábago, presidente del episcopado nacional, llama a filas al gobierno y le reclama haber permitido la legalización de una "secta satánica". El cardenal Norberto Rivera se deja ver con el presidente Fox y acude a las inauguraciones del jefe de Gobierno capitalino. El cardenal Juan Sandoval Iñiguez se opone a las recomendaciones hechas por la Comisión Nacional de Derechos Humanos en su natal Guadalajara. Onésimo Cepeda festeja su noveno aniversario al frente de la Diócesis de Ecatepec y ante una clase política que lo apapacha se ofrece como mediador entre panistas y priistas. Mientras, Alfredo Galllegos Lara, El Padre Pistolas, en pleno Bajío, se pasea con su arma en el cincho.

Invitados por Enfoque, Bernardo Barranco y Raquel Pastor, expertos en materia religiosa, analizan las agendas, los perfiles y las banderas de lucha de ocho de los principales jerarcas católicos. Y el especialista acepta el reto de regresar a la historia de la gesta insurgente y compararlos con los Padres de la Patria.

Norberto Rivera

"Si Norberto Rivera estuviera en la época de la Independencia, sería un descendiente de Moctezuma, como él mismo se autodenominó, pero paradójicamente de lado de los realistas, defensor del imperio y la corona. Se le vería muy activo en la corte de los poderes virreinales: desde 'El Gato con botas' hasta los 'Pejerrealistas'".

El guardián de la moral

Al imponérsele el capelo cardenalicio en la Basílica de San Pedro, el 21 de febrero de 1998, Norberto Carrera Rivera recibió una de las mayores investiduras dentro de la jerarquía católica universal, junto con otros 19 nuevos príncipes católicos que se sumaban al Colegio Cardenalicio con capacidad para elegir al Sumo Pontífice.

Su rápido ascenso también se vio reflejado al lograr sustituir a Ernesto Corripio Ahumada como arzobispo primado, el 26 de julio de 1995.

Directo en las formas, Norberto Rivera se ha aplicado a fondo en la transformación del arzobispado de México. Aceptó la "renuncia" de Guillermo Schulenburg Prado como abad de la Basílica de Guadalupe y en su lugar nombró a Francisco Macedo Tenllado.

E inició la formación del Fideicomiso Villa de Guadalupe, para remodelar y vitalizar la mayoría de los recintos católicos del continente americano.

La presencia de Norberto Rivera Carrera en los medios está emparejada al nivel de sus controversiales sermones. Desde la Catedral Metropolitana el cardenal ha llamado a cerrar filas para involucrar a la Iglesia Católica en la educación pública, realizar una cruzada contra la planificación familiar y cerrarle el paso a los grupos que se han promulgado por ampliar los derechos a las minorías sexuales. Pero también desde ahí recibe a los esposos Fox o acude como invitado a la inauguración de las obras del jefe de Gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador.

El experto en religiones Bernardo Barranco lo describe:

"Es un cardenal y sigue con mucho sigilo las directrices que manda El Vaticano con todo lo que representa en este momento su cruzada en torno a los valores, frente a una sociedad moderna cada vez más corrompida por el consumismo. Rivera es el encargado de velar por esta moral".

Su agenda de lucha, agrega Barranco, tiene que ser cultural, "pero frente a las carencias que tiene la Iglesia Católica para enfrentar a un movimiento cultural muy vasto, se decidió por la utilización de los poderes políticos, económicos y mediáticos para contrarrestar ese avance. En los últimos tiempos ha tenido mucho tacto para estar presente en cada una de las facciones políticas. Ahora, su activismo se da con mayor sagacidad política".

Para Raquel Pastor, catedrática de la UAM y especialista en materia religiosa, el cardenal Rivera "es un personaje que se ubica dentro de los privilegiados por el cargo eclesiástico que ocupa y que sabe aprovechar sus relaciones con las cúpulas de poder político. No es una persona que esté muy cerca de la cotidianidad del pueblo. Me cuesta trabajo relacionarlo con lo que realmente vivían los padres de la patria, que era su cercanía con la gente".

Juan Sandoval Íñiguez

"Si viviera en la época de 1810, sería un cardenal que querría ser Virrey. Seguramente se inclinaría por aquel ejército que tuviera en sus uniformes los colores blanquiazules".

En medio de los escándalos

Con fama de parco, directo, autoritario y un tanto irónico, el arzobispo de Guadalajara, Juan Sandoval Iñiguez, ha hecho de su gobierno clerical la representación de su propio carácter. Su primera acción en Guadalajara fue remover a más de 30 sacerdotes que se inconformaron por su nombramiento. Después, transformó los lineamientos del sínodo diocesano, iniciado por su antecesor, Juan Jesús Posadas Ocampo.

Su plan consistió en reforzar la acción pastoral de la "Nueva Evangelización" anunciada por el Papa Juan Pablo II, desde el Concilio Vaticano II. Puso mayor énfasis en el aspecto litúrgico, dejando de lado la doctrina social acordadas en las Conferencias Episcopales de Medellín, Colombia, y la de Puebla, referentes a una inserción de la Iglesia en la justicia y los derechos humanos.

El pasado 25 de agosto, por ejemplo, llamó la atención por su condena a las recomendaciones hechas por la CNDH al gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña, en torno a la represión policiaca y detención de jóvenes "altermundistas" el 28 de mayo, en Guadalajara. "Se habla de los derechos de estos sinvergüenzas (de los...

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