AGENDA CIUDADANA / Medio siglo no es nada
Autor | Lorenzo Meyer |
La demanda de Moreira contra Sergio Aguayo por daño moral es un caso del pato político tirándole a la escopeta que le critica.
"El gobierno de México no sabe en qué país vive". Esta afirmación de Francisco Toledo (El País, 9 de julio) puede aplicarse a las élites de varios países y épocas, pero no hay duda que cuadra con el actual tiempo mexicano. Los grados de inconformidad varían según la clase social y la región, pero los datos muestran que apenas un 29% de los ciudadanos mexicanos dice aprobar algo o mucho la gestión del actual gobierno, en tanto el 63% lo desaprueba en los mismos términos y el 8% se declara neutral (El Universal, 4 de julio). Y es en este marco que acaba de darse el cambio de dirigente del partido del gobierno, el PRI.
Por lo anterior viene a cuento recordar la caracterización del PRI que hizo medio siglo atrás Manuel Moreno Sánchez, un militante que hubiera podido decir como José Martí: "He vivido en las entrañas del monstruo y lo conozco".
Moreno Sánchez fue un abogado que se incorporó a las filas del partido del gobierno cuando éste aún no era el PRI sino el PRM del cardenismo. Tras muy variados puestos en los sectores público y universitario, llegó a ser líder del Senado bajo el gobierno de Adolfo López Mateos -su correligionario durante el movimiento del vasconcelismo- pero renunció al partido del gobierno a raíz de los inicialmente esperanzadores pero finalmente siniestros acontecimientos de 1968.
En dos pequeños pero muy reveladores ensayos, Crisis política de México (1970) y México: 1968-1972. Crisis y perspectiva (1973), Moreno Sánchez hizo una caracterización del PRI que conocía bien y desde dentro. La hizo como parte del análisis del sistema político mexicano postrevolucionario en el momento de su apogeo e inicio de su decadencia. En esos años el triunfo de la centralización del poder en la Presidencia era la característica más distintiva del sistema y el "partido único" uno de los grandes instrumentos de esa centralización.
Moreno Sánchez vio y vivió al PRI como una gran organización nacional alimentada fundamentalmente con recursos fiscales -las contribuciones de su membresía eran insignificantes- y cuya cabeza formal era sólo eso, un dirigente formal pero nunca el real. El presidente del partido era, en la práctica, uno más de los altos funcionarios del gobierno federal -un mero "encargado del despacho"- que se encontraba al frente del CEN priista por decisión del presidente de la República para...
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