Agenda Ciudadana/ PRI 2002 o la desunión de lo nunca unido

AutorLorenzo Meyer

Dos caras de una misma moneda

Es posible que tras leer el título de este artículo, alguien dude de su adecuación a la realidad y propusiera sustituirlo por "el PRI 2002 o la desunión de lo que antaño sí estaba unido". Sin embargo, a ese hipotético lector se le puede argumentar que si bien hasta que empezó a perder el poder el viejo partido de Estado fue "la unión de lo desunido" -una caparazón autoritaria que protegía a la vez que encerraba y contenía los fuertes impulsos centrífugos de sus componentes- hoy ya perdió la esencia de su unidad. Tras la pérdida de la Presidencia, lo que siempre había estado fragmentado en la base se ha desunido incluso a su nivel más alto. Desde luego que también se puede argumentar que las dos visiones no son excluyentes, sino complementarias. En efecto, por un lado y para propósitos electorales, la unidad priista fue por mucho tiempo algo real, pero por el otro, siempre se trató de una unidad impuesta desde la cúpula pues en la base no había elementos suficientes para mantenerla. Así, la visión del PRI histórico como una falange disciplinada y arrolladora o la opuesta, como una arena de lucha de todos contra todos apenas contenida por una fuerza superior, son dos caras de una misma moneda, y elegir una o la otra depende del objetivo y nivel del análisis.

En el pasado y de cara al exterior, el PRI y sus antecesores -PNR y PRM- siempre buscaron presentarse como partidos altamente disciplinados y sólidamente unidos en torno a esa serie de valores y principios que, se suponía, conformaban la "ideología de la Revolución Mexicana", pero la definición práctica de esa ideología dependía casi por entero de la voluntad de un líder único, incuestionable e inapelable, que también controlaba todo el aparato del Estado. En contraste, hoy, y tras las elecciones internas del pasado 24 de febrero, es evidente que el PRI es un partido que ya no puede ocultar que está, literalmente, partido, y que dentro de cada una de esas partes, hay otras divisiones. Ahora bien, esa desunión no es algo nuevo sino un fenómeno que estaba ahí desde el origen, aunque un tanto oculta por el velo del poder central. En efecto, el otrora gran partido de Estado -ése que de tan grande y similar al aparato estatal casi no era partido sino el todo- siempre fue una amalgama de grupos e intereses en lucha unos contra los otros pero que se mantuvieron unidos por la fuerza del "Jefe Máximo" (Calles) o del presidencialismo que le sustituyó. En efecto, de puertas hacia afuera, todos los sectores y organizaciones priistas decían obedecer a un solo impulso y tener una sola voluntad; sin embargo, hacia...

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