AGENDA CIUDADANA / El priismo clásico y su oposición radical

AutorLorenzo Meyer

¿TROPEZAR CON LA MISMA PIEDRA?

Hoy ya no es parte de nuestra discusión considerar a la revolución como la mejor forma de transformar el sistema político. Y sin embargo, hace apenas 18 años estalló en Chiapas un levantamiento armado como consecuencia de la falta de respuesta o supresión autoritaria a demandas razonables.

Hoy, cuando el PRI está a punto de iniciar una segunda etapa como responsable del poder, es oportuno examinar aspectos del que fue su "periodo clásico". De aquel cuando el control sobre la vida pública se centraba en una Presidencia que combinaba sus poderes constitucionales con otros metaconstitucionales y anticonstitucionales y que en su arrogancia "ni vio ni oyó" a los incómodos. Esa actitud tuvo, a veces, un resultado trágico y a nadie le conviene que nos volvamos a tropezar con la misma piedra.

Fallas en el viejo sistema autoritario priista hubo muchas, pero entre las más obvias se encuentran aquellas donde ciertas demandas no se quisieron procesar de manera justa y pacífica y los inconformes optaron por hacerse oír con las armas en la mano. El poder respondió entonces con efectividad pero haciendo añicos los marcos legales.

UN RECUENTO

Fernando Herrera Calderón y Adela Cedillo son los editores de un pequeño libro titulado: Challenging authoritarianism in Mexico, Nueva York: Routledge, 2012, ("Desafiando al autoritarismo en México"). El subtítulo es más específico: Revolutionary struggles and the Dirty War, 1964-1982 ("Las luchas revolucionarias y la guerra sucia de 1964 a 1982"). Lo importante de examinar muy de cerca los casos en que los descontentos optaron por recurrir a la última instancia de la política -la violencia- es constatar que el conflicto no tuvo que haber llegado a ese extremo. Y es que, según los autores, en casi todos los casos -algunos muy diferentes entre sí-, los inconformes intentaron primero hacerse escuchar y negociar, pero los "tomadores de las decisiones" simplemente los ignoraron, confiando en que la asimetría de la relación de poder llevaría a que los malcontentos no tuvieran más opción que la ordenada por el virrey marqués de Croix a los novohispanos en el siglo XVIII: "obedecer y callar". Cuando algunos optaron por no callar y acusaron al PRI de traicionar sus principios, entonces fueron reprimidos usando como justificación la gran cobertura ideológica que proveyó la Guerra Fría: su inconformidad fue presentada como portadora de "ideas exóticas" y de ser un instrumento de gobiernos...

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