Agenda Ciudadana/ De la seguridad nacional a la del ciudadano

AutorLorenzo Meyer

Un concepto difícil

El término de Seguridad Nacional (SN) puede ser definido, en abstracto, de manera sencilla: una situación donde la nación se desarrolle libre de amenazas externas y disfrute de estabilidad interna pero acorde con el Estado de Derecho, es decir, con la normatividad vigente. La parte sustantiva de este concepto, que se refiere a la seguridad del Estado nacional moderno debe ser lo suficientemente flexible para ajustarse al proyecto de nación imperante, por lo que al final depende de lo que en cada época los actores políticos principales entiendan por "objetivos nacionales", es decir, el "gran proyecto" que da sentido a la acción cotidiana.

James F. Rochlin, en un trabajo sobre México (Redefining Mexican "Security", 1997), considera y con razón, que no es posible dar una definición muy específica de SN válida para todos los casos y tiempos. Las nociones de seguridad son, en realidad, una serie sucesiva de construcciones sociales que reflejan las luchas dentro de cada sociedad en sus diferentes épocas históricas (p. 3). El actual secretario de Defensa, el general Gerardo Vega, en un libro que publicó en 1988 (Seguridad Nacional. Concepto, organización, método), también subraya que, efectivamente, el contenido del elusivo concepto de SN está sujeto a las peculiaridades del proceso histórico de cada país, y por ello cada entidad nacional debe construir uno propio, adaptado a sus circunstancias (p. 12).

Las partes y el todo

La seguridad de la nación, la del Estado, la del régimen -las reglas del juego político real-, la del gobierno -las autoridades y funcionarios- y la del ciudadano son partes de un todo indivisible, pero en la práctica no necesariamente están ligadas de manera equilibrada y positiva.

En una situación ideal, la seguridad de cada uno de los cinco elementos debería reforzar la del resto, pero en la realidad suele ocurrir lo opuesto: régimen o gobierno suelen buscar su seguridad a costa de la del ciudadano en un perverso juego suma cero. Pero, ¿es compatible un entorno estructuralmente inseguro para el ciudadano con la preservación de uno realmente seguro para los otros elementos de la cadena mencionada? La respuesta deseable es un no rotundo, pero no siempre es el caso. Veamos un ejemplo extremo; en la Alemania de Adolfo Hitler la inseguridad política del ciudadano significó una enorme seguridad para el régimen, al menos en el corto plazo. Sin embargo, para 1945 resultó evidente que la naturaleza de esa inseguridad ciudadana terminó en un desastre completo: millones de muertos, derrota del país y destrucción de su infraestructura, partición del territorio nacional, derrumbe del...

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