Las antípodas del desarrollo

AutorRaúl Domínguez Martínez
  1. Los indicadores de la prosperidad

    Los resultados de la política económica que se aplica en China son absolutamente impresionantes: una tasa media de crecimiento sostenido desde los años ochenta, con registros de un 8 por ciento, que en las zonas económicas especiales de la región costera supera una tasa del 10 por ciento, convirtiendo a esa nación asiática en la economía más dinámica del mundo contemporáneo. Genera por sí sola el 2.5 por ciento de la riqueza mundial. Desde 2002, este país se convirtió en el principal receptor de inversión extranjera global, incluso por encima de Estados Unidos. Invierten en actividades productivas alrededor del 40 por ciento de su PIB, con lo que se colocan en una de las vanguardias internacionales en cuanto a formación bruta de capital e inversión generada. Se trata de la quinta economía mundial por volumen, desplegada en un abanico de amplio espectro que abarca todos los rubros de producción. Maquilan para trasnacionales, pero cuentan también con un programa integral (integral, vaya) de sustitución de importaciones, de tal manera que ya producen con marcas propias. En 2003 el volumen de operaciones en balanza comercial superó los 400 mil millones de dólares. En el 2004 la remesa de artículos chinos al exterior superó en un 35.7 por ciento al ejercicio anterior, y en julio del 2005 desplazaron a Canadá en el mercado interno estadounidense. El superávit comercial en este último año ascendió a 102 mil millones de dólares, con una remesa bruta equivalente a 762 mil millones, siendo además ya el primer exportador de bienes tecnológicos. El crecimiento del PIB el año antepasado fue de 9.9 por ciento. A la opulencia y el esplendor urbano de las megalópolis tradicionales, remodeladas a fondo, se suma la aparición de nuevos polos con perfil futurista como Nanhai o Foshan. El mercado doméstico y el turismo local se han disparado en magnitudes geométricas, y en fin, los signos de la prosperidad se muestran con prodigalidad en diversos lugares de ese inmenso territorio y, contra no pocos augurios en contra, evidencian una tendencia a la expansión. Ante semejante panorama, el comportamiento de agencias trasnacionales respecto del fenómeno chino resulta más que elocuente: la firma Goldman Sachs, por ejemplo, estima que para el año 2039 la talla de la economía china se ubicará por arriba de la estadounidense. La Casa Christie's de Nueva York programó ya una subasta de 450 obras de arte en ese país, al considerarlo como mercado potencialmente preparado para participar en esa clase de comercio suntuario. Por su parte, la empresa de mensajería UPS Inc., la más grande de su género en el mundo, se refirió a China como top priority, decidiendo un incremento de 18 a 21 en los vuelos semanales.

    Por si fuera poco, hace unos meses tuvo lugar un acontecimiento desconocido en México: el aumento de cotización de la moneda local renminbi en relación a las divisas convertibles. Tal medida se verificó cuando la expansión de la economía china registró un plus en la primera mitad del año pasado, alcanzando un 9.5 por ciento por arriba de las estimaciones de propios y extraños, y cotizando 8.2 por dólar. México, con más de la mitad de sus habitantes sumidos en la pobreza, promedió un 2 por ciento de crecimiento del PIB durante el sexenio de Fox, con tasa de crecimiento demográfico de 1.4 por ciento, lo que significa un avance real ínfimo. Los rastros de la riqueza y de la pobreza no se ocultan.

  2. El lado oscuro del desarrollo

    La noción de "Progreso" que prevalece en la actualidad es herencia de la Ilustración. Tal concepto puso énfasis en el desarrollo técnico de las fuerzas productivas, y dejó de lado el asunto fundamental de la distribución de la riqueza. Por eso se suele olvidar que en la construcción del capitalismo clásico jugaron un papel central infamias del tamaño del tráfico de esclavos patrocinado por Inglaterra, o el régimen de sobreexplotación de niños, mujeres y ancianos descrito magistralmente por Dickens, o el exterminio de la población autóctona en Norteamérica, o la extracción hasta el límite del agotamiento de recursos naturales y fuerza humana de trabajo en México y Perú, etcétera, etcétera. No es necesario buscar ejemplos para demostrar esta relación causal en cualquier caso: la abundancia históricamente se ha gestado a partir del despojo de bienes ajenos. China no es la excepción. La vía del "milagro chino" ha tenido que echar mano de mecanismos que de cierto se antojan contrarios a los que cabría esperar en una República Popular. Son el lado oscuro del desarrollo: sobreexplotación de fuerza humana de trabajo y de recursos naturales.

    Existen estimaciones bien sustentadas en el sentido de que China será dentro de una década la primera emisora de gases de efecto de invernadero en el mundo. El norte del territorio presenta tendencias a la desertificación. La tala de bosques requirió de una...

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