Aprovechen las horas de TV

AutorGeorgina Montalvo

Mientras niños y adolescentes pasan al año 700 horas en la escuela, se sientan frente a la televisión 2 mil.

El problema no es la cantidad de energía eléctrica que consumen con esta conducta, registrada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), sino que están a expensas de publicidad engañosa y que la pantalla puede crear una barrera para la comunicación entre los miembros que componen la familia.

Un monitoreo realizado por la asociación civil El Poder del Consumidor reveló que México ocupa el primer lugar en anuncios televisivos de la llamada comida chatarra: 39 mensajes publicitarios por hora, en el canal 5, de los cuales 17 corresponden a alimentos no recomendables para la salud infantil.

Y la televisión crea niños excesivamente acostumbrados al cambio de estímulos tanto en colores, mensajes y sonidos, características que no están presentes en una conversación familiar, explica Mariel Martínez, investigadora de la Facultad de Pedagogía, en la Universidad Panamericana. De ahí, que no cultiven el hábito de la conversación.

Engaños

Las empresas publicitarias ven a los niños como consumidores fácilmente manejables para inducirlos a tener cierto patrón de consumo, considera Abelardo Ávila, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición.

Está comprobado que la exposición continua a anuncios de comida chatarra es un factor de riesgo para desarrollar obesidad.

"A los niños de primaria se les puede pedir que hagan un ejercicio de reflexión sobre si lo que les ofrecen es verdad, y hay que cuidar a los más pequeños, que aún no tienen la capacidad de separar la fantasía de la realidad", sugiere.

Siete de cada diez niños menores de 6 años empiezan su vida escolar ya con obesidad, y entre 20 y 25 por ciento de la población cursa su educación primaria en esa condición. Justo en ese rango de edad, los niños ejercen mayor autonomía a la hora de seleccionar sus alimentos, y su referencia suele ser lo que ven en televisión. Además, si los alimentos están procesados de manera que no permiten el mecanismo de saciedad, están en un riesgo mayor.

"Por eso los niños toman un montón de energía a través de jugos y refrescos y siguen con hambre. Se trata de azúcar en presentación líquida", explica el investigador.

Mucha información, poca formación

Los niños aficionados a ver la televisión en realidad se sienten poco atendidos por los mayores, asegura la investigadora de la Universidad Panamericana.

"Pueden creer...

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