El arduo camino para ser especialista

AutorTania Romero

No han dejado de ser estudiantes, pues, aunque ya se titularon de Medicina, no han obtenido el grado de especialistas. Están a mitad de camino. Algunos incluso se quedan ahí. No logran llegar a la meta, pues las residencias médicas son un proceso prolongado y tortuoso en el que los alumnos combinan la preparación académica con la formación profesional.

Esto implica, por lo menos, jornadas de 36 horas tres veces a la semana, en las que los residentes suelen recurrir a sustancias adictivas como café, bebidas energéticas y, algunos, hasta fármacos como Ritalin -normalmente prescrito para pacientes diagnosticados con déficit de atención- para no quedarse dormidos.

"A veces no podía ni comer. Si llegabas y tenías mucho trabajo, no comías. Tu comida era un Gansito, un Red Bull y un café exprés. Es lo que tenemos que hacer para sobrevivir en las guardias", recuerda sobre su residencia Julio Bueno, anestesiólogo pediatra.

"A veces comíamos muy poco para cumplir con toda la carga de trabajo. Los pacientes me guardaban de su comida: unos me daban pan; otros, fruta", cuenta, por su parte, un ex residente de Cirugía General en el DF, que habló bajo condición de anonimato.

Esta situación, que permea sobre todo en hospitales públicos debido a la excesiva carga de trabajo, no sólo pone en riesgo la salud del médico, sino que trastoca la de sus pacientes.

De acuerdo con un estudio elaborado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 24 horas sin dormir equivalen a tener concentraciones de alcohol en la sangre del 0.10 por ciento, lo que conduce a errores médicos.

"La fatiga crónica entre los residentes con periodos de trabajo que van de las 80 a las 120 horas por semana es una práctica frecuente", se explica en el documento titulado "El Síndrome de 'Burnout'".

Además, un estudio publicado por la Revista Médica del IMSS, 2015, halló prevalencia de depresión, ansiedad y riesgo de suicidio entre 108 residentes.

Pese a estos efectos, flexibilizar las jornadas de trabajo de los futuros especialistas no parece ser una opción.

"Idealmente, el número de horas que el médico residente trabaja a la semana oscila entre 85 y 90 horas. Esto incluye el trabajo diario de atencion médica más entrenamiento clínico complementario, que son las guardias", indica Carlos Lavalle, jefe de la Subdivisión de Especialidades Médicas de la UNAM, institución educativa que forma al 44 por ciento de los médicos especialistas del País.

Disminuir las horas de trabajo para los residentes en los hospitales, advierte el académico, podría ir en detrimento de su formación, pues quizá necesitarían extender la duración de los programas para que tengan la experiencia necesaria.

Por su parte, Sebastián García, director general de Calidad y Educación de la Secretaría de Salud (Ssa), señala que el haber flexibilizado los esquemas de residencia, pues antes el estudiante vivía en el hospital para convivir tiempo completo con su maestro, ha llevado a algunos a pensar que se han perdido la formación y el compromiso de los médicos con los pacientes y las instituciones.

"Está cuestionadísimo. Hospitales y muchos de los médicos formadores insisten en que, si ponemos un límite a las horas y demás, se va a perder todo este tipo de generación de arraigo institucional y de compromiso con los pacientes porque los residentes sólo quieren irse", argumenta.

María Teresa Garzón, secretaria académica de la Facultad Mexicana de Medicina de la Universidad La Salle, coincide en que ser médico implica afrontar situaciones extremas, pero considera que las jornadas de los residentes deben revisarse.

"Eso se ha propuesto en instancias de la Asociación Mexicana de Facultades de Medicina Privadas, incluso de la UNAM. Se ha pedido a las instancias de salud que revisen las jornadas de los residentes (...) que tengan un día de descanso más", menciona.

"Hay que atender las necesidades de los alumnos de hoy, no las de hace 20 años, cuando se hicieron las especialidades".

'YA NO LOS HACEN COMO ANTES'

La Norma Oficial Mexicana NOM-001-SSA3-2012, que regula la organización y funcionamiento de las residencias médicas, establece jornadas de 36 horas como máximo tres veces a la semana y prohíbe las guardias de castigo.

Las jornadas consisten en 24 horas de guardia como preparación clínica más las 12 horas de turno, que inicia casi inmediatamente, en las que el residente realiza el trabajo diario de atención médica.

Para Lavalle, este esquema ha demostrado ser el mejor método para organizar el hospital, brindar la mejor atención médica y asegurar el aprendizaje del alumno.

"Está contemplado que el residente saque el mejor provecho de su práctica cotidiana, y eso depende del número de casos que ve, de la experiencia que adquiere al ver al paciente y de la unión entre la atención médica y la formación que adquiere", señala.

"Ser médico es un esfuerzo enorme (...) Implica tener entrega y pasión. No recuerdo haber escuchado durante el desarrollo de mi especialidad que ninguno de mis compañeros se quejara de hacer guardias".

Algunos residentes, como Alejandro Moreno, están de acuerdo con este esquema de jornadas de 36 horas tres veces a la semana. Lo malo, señalan, es que nunca se respeta ese límite.

Moreno, médico residente de cuarto año de Cirugía General en...

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