Entre el arte y la pasión

AutorNorma Müggenbug

Subjetivo, misterioso, pasional, a veces luminoso y otras veces sombrío: así es el Simbolismo, una corriente estética de origen europeo cuya resonancia en México nunca antes había sido expuesta como tal, hasta ahora.

El nuevo equipo del Museo Nacional de Arte (Munal) armó una emotiva exposición: El Espejo Simbolista. Europa y México 1870-1920, en la que podrá verse obra nacional, pero también de autores del otro lado del Atlántico.

"Quisimos darle un nuevo enfoque a las exposiciones temporales del museo y, por primera ocasión, permitir que el arte mexicano dialogara con sus contemporáneos europeos y enriquecer así desde otro punto de vista, su estudio", señala Roxana Velásquez, directora del museo.

La muestra reúne 258 piezas representativas de un movimiento estético que, más que un estilo, fue todo un concepto que reflejó las inquietudes intelectuales de la época: oponerse a la visión materialista y en cambio privilegiar los sentimientos sobre la Razón.

A lo largo de seis núcleos temáticos y un preámbulo se distribuye la obra que consta en su mayoría de pinturas, pero también escultura, obra gráfica y libros procedentes de 40 museos en 10 países (Francia, Italia, Gran Bretaña, Austria, Bélgica, España, Polonia, Holanda, Estados Unidos y México) y de coleccionistas internacionales.

Por el lado mexicano podrá apreciarse la obra de artistas como Roberto Montenegro, Julio Ruelas, Angel Zárraga, Saturnino Herrán, José Clemente Orozco y Diego Rivera, y del europeo, a Gustave Moreau, Edvard Munch, Eduard Coley, Burne Jones, Alberth Joseph Moore, Odilón Redon y Augusto Rodin.

En la exposición se harán evidentes las afinidades y divergencias estéticas entre los creadores, quienes trabajaron con esta propuesta estética en diversas latitudes, durante un mismo periodo.

Simbolismo: proyección de una época

Si bien el Simbolismo fue un movimiento principalmente europeo que tuvo su centro en Francia, también se dio en países como Bélgica, Austria, Inglaterra, Polonia, Italia y España. Los artistas del periodo se oponían a doblegarse ante las corrientes Positivistas que anteponían a la Razón sobre los sentimientos y emociones.

"El Simbolismo heredó muchas cosas del Romanticismo -una corriente del siglo 18 que revolucionó todo ese concepto fundamental de que la Razón debía privilegiarse sobre todas las cosas- así que (el Simbolismo) se convirtió en una propuesta que continuó con el rescate de lo no tangible, lo que no se ve", explica la directora del Munal.

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