La canción de Yiwu

AutorHerta Müller

Por una canción, cien canciones (Liao Yiwu, Sexto Piso) nos abre los ojos. Como en su libro anterior, El paseante de cadáveres, vemos aquí lo que se esconde bajo la superficie deslumbrante de un imperio de nuevos ricos, hambriento de poder. Un régimen que administra sus cárceles y sus campos según el modelo del gulag no es un Estado moderno, sino una reliquia maoísta disfrazada con los ropajes del milagro económico. El pueblo es el único que paga, con la privación de sus derechos y la represión. Los hechos son una cosa, pero éste es también un libro de tremenda fuerza literaria. La destreza estilística del autor lo hace inquietantemente frío y tentadoramente cálido, airado y carismático a la vez. En el interior de la celda, el tiempo transcurre segundo a segundo. El sadismo se alterna imprevisiblemente con la compasión. La misma persona que ahora es un monstruo, pasado un instante es un montón de desdichas. Cada forma de conducta es tan absurdamente normal como la propia cárcel. "Las muertes provocadas por palizas de internos eran habituales", escribe Liao.

No se minimiza la brutalidad de ladrones y asesinos; se le quita su aura demoniaca, precisamente mediante una descripción veraz. En el sistema de las prisiones estatales, la violencia adquiere inevitablemente legitimidad; la base lógica para la deshumanización de los presos, según Liao, es el propio Estado chino, su práctica de "emplear a presos para controlar a otros presos". Gracias al arte literario de Liao Yiwu, el sarcasmo que se encuentra en sus frases aparece siempre como el otro lado del dolor. Los pasajes testimoniales alternan con los poéticos, y la mezcla resultante no sólo penetra en el cerebro, sino que también se aprieta contra el estómago. El lenguaje de Liao Yiwu tiene un impacto físico porque él ha sufrido físicamente. Como el autor, su lenguaje se ha alimentado de la negación de derechos y de la tortura; por eso ruge y susurra al mismo tiempo y, finalmente, se libera.

Aunque sigan estando vivos, los presos condenados a muerte son conocidos en la celda como "Chang el Muerto" o "Piel Oscura". Este último era un asesino. Cuando su esposa lo traicionó con otros, él, literalmente, la asesinó cruelmente con un cuchillo. A la vista de las ejecuciones, Liao escribe peticiones de perdón para muchos de sus compañeros presos, y luego, en los momentos que preceden a su muerte, una última carta a los miembros de la familia o un testamento. Y cuando uno de ellos es sacado de la celda...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR