Carlos Fuentes / Invierno caliente

AutorCarlos Fuentes

Dos solitarios osos polares se acurrucan en el mínimo espacio de un bloque de hielo a la deriva en el Ártico. Los osos europeos salen prematuramente de sus cuevas invernales, engañados por la falsa primavera de enero. Cuando en febrero regresa el invierno, los osos enfurecen, rugen, atacan. Los capullos de los parques del norte asoman las cabezas y pronto mueren de frío.

Y en Munich, en medio de las inciertas estaciones, Vladimir Putin lanza un ataque caliente a los EE.UU., reminiscente de los peores momentos de la guerra fría. Acostumbrados a ser ellos los que atacan a Washington, los europeos se retraen tiritando. Es como el tiro por la culata del Duce venezolano, Hugo Chávez, cuyo ataque a Bush en la Asamblea General de la ONU le ganó más amistades a los EE.UU. que a Venezuela.

Pero Putin no es ni un payaso de balcón como Chávez ni un teólogo ignorante como Bush. Formado en las filas disciplinadas de la K.G.B., el astuto jefe ruso tiene una clara idea de la geopolítica de la Europa centro-oriental y de las líneas de fuerza del mundo ruso. Rusia es una nación a la defensiva. Desde los orígenes de Novgorod y Moscovia en la Edad Media. A través de la supremacía de Iván el Terrible contra los remanentes feudales y después de la inserción europeísta de Pedro El Grande. De la batalla contra los caballeros teutones al rechazo de las invasiones francesa y alemana, Rusia se ha forjado unas fronteras nerviosas, un sentido muy hondo de la resistencia nacional y una identidad tan europea como las novelas de Turguenev o la poesía de Mandelstam, tan asiática como las tradiciones orales de la estepa oriental y siempre tan conflictiva como el Pan-eslavismo de Dostoievski, la añoranza reaccionaria de Solyenitzin o el simbolismo timorato de Eisenstein.

Bastan estos nombres -y cien más- para dar cuenta de la tensa variedad de la cultura rusa, sus identidades divididas entre Asia y Europa, su singular adopción del modelo cesaropapista (la unión de la iglesia y el estado) versus el modelo occidental de la separación de los poderes espiritual y temporal y la manera en que Lenin desvirtuó la filosofía de Marx -la libertad en el poder- para convertirla en sumisión ante el poder.

El estado y el partido (el partido eclesiástico) de la URSS fenecieron entre las ruinas de su propia ineficiencia. El Gargantúa militar devoró al Pulgarcito civil. Los EE.UU. ganaron la guerra fría en la medida en que conjugaron prosperidad económica, libertad y fuerza armada. Gorbachev...

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