Cecilia Soto/ 'Saudade' por Nueva York

AutorCecilia Soto

La isla de Manhattan fue comprada a los indios Munsees por el gobernador de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, Peter Minuit en 1626 por 60 guilds, más o menos el equivalente de 24 dólares del siglo XIX, pagados con mercancías. El barco Wapen von Amsterdam que llevó a Amsterdam la carta con la noticia de la adquisición, también transportaba muestras de los cereales que ya se sembraban en la isla por los colonos holandeses: trigo, cebada, centeno, etcétera. La compra básicamente buscaba asegurar áreas de cultivo para apoyar el comercio de pieles que era la principal actividad lucrativa, de una colonia bastante menor en términos de potencial económico, según criterios de la Compañía. De mayor importancia económica eran el comercio de la sal con el Oriente, indispensable para las pesquerías holandesas y, en el Nuevo Mundo, la producción cañera del nordeste brasileño, donde se producía el mascabado que alimentaba con un millón de arrobas anuales a casi tres decenas de refinerías dispersas en las cercanías de Amsterdam.

Desde el fortalecimiento del Santo Oficio y la intolerancia religiosa en la España de fines del siglo XV, Amsterdam funcionó como una tierra de refugio para los perseguidos por razones de fe, y raza, en el caso de los judíos. Casi simultáneamente a la partida de Colón para el Nuevo Mundo, un número importante de judíos asentados en España y en Portugal partieron para Holanda, huyendo de la persecución religiosa. Los de habla portuguesa, judíos sefarditas, se establecieron y formaron una importante comunidad, que un siglo más tarde participa de forma prominente en el renacimiento holandés. Por ejemplo, el rabino Menasseh ben Israel, nacido en Lisboa con el nombre de Manoel Dias Soeiro, fue un intelectual sólido que predicaba el ecumenismo y la tolerancia, amigo de Rembrandt, del fundador del derecho internacional Hugo Grocio y del gran historiador Gaspar Barléu.

En 1630, la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales decidió la conquista y colonización del nordeste brasileño, con el fin de garantizar su abastecimiento de azúcar y el comercio de la madera. Intentó infructuosamente conquistar Bahía pero sólo pudo asentarse en Recife, actual capital de Pernambuco. La presencia holandesa en Recife duró aproximadamente 24 años, siempre amenazada militarmente por la resistencia de los indígenas y de los colonizadores portugueses. Sin embargo, durante los siete años del gobierno de Mauricio de Nassau, se vivió un notable...

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