Ciudad de la Nostalgia/ Ombligo de México

AutorAlberto Barranco Chavarría

Alguna vez templete para el Ave-María-Purísima en el espectáculo de los ajusticiados. Otra, tinglado para el absurdo tributo a Carlos IV, monarca a quien, decían, se le caía la baba. Una más redondel donde el paseillo era en honor del emperador con minúscula. Mercado de lo prescindible. Terminal de tranvías. Muladar. Cuartel. Paseo. Jardín. Salón de espejos. Motín. Quiosco. ¡Vivan los chaquetas! ¡Mueran los yankees! Ese-puño-sí-se-ve...

Si la Península de Baja California es el brazo descarnado de la República, el zócalo es el ombligo de México.

Aunque Antonio López de Santa Anna fue 11 veces presidente, no le alcanzó el tiempo para culminar su obra cumbre: la columna de la Independencia. De aquel fausto planteado en histórico boceto por el arquitecto Lorenzo De la Hidalga y Misito: ábside de 50 metros orlado por un listón y coronado por el ángel de la victoria, a cuyos pies juguetean querubines entre nubes, y custodiado por cinco columnas jónicas sosteniendo sendos conjuntos escultóricos, para llegar al escenario de la conspiración y el águila en custodia de la patria, sólo se sembró la base...

...el zócalo, diría la muchedumbre, cuando llegó el colosal globo de inmenso azul y lámparas encendidas en sus entrañas a cubrir el intento y convocar a un efímero paseo.

Sin embargo, no tan frívolo ni tan desaprensivo debió ser Santa Anna, cuando mandó derribar en una semana el horrendo y para muchos abominable edificio del Parián, abriendo de lleno el paisaje hacia la Catedral, el Palacio Municipal o edificio de la Diputación y el Portal de Mercaderes.

La Plaza Mayor. La Plaza de Armas. La Plaza de la Constitución... de Cádiz en 1812. Nos vemos en el zócalo.

Levantado en ocho largos años: del 8 de agosto de 1695 al 19 de abril de 1703, con la idea de construir un cuartel para defensa, llegado el caso, del Palacio, el Parián llenaba prácticamente todo el espacio de lo que es la plancha a la que los políticos le miden los pasos para saber cuántos caben bien apretados, y cuántos haciéndose los gordos.

Su lado norte, con vista al monumental atrio de la Catedral, con sus bancas de hierro, media 95 varas, es decir exactamente 79 mil 705 metros; el sur, colindante con el edificio de la Diputación, 103; al occidente, es decir frente al Portal de Mercaderes, 129, y al oriente, de cara al antiguo Palacio Virreinal, 136.

En el laberinto de pregones se comerciaba de todo: desde chapas y llaves, rejas de hierro forjado, parrillas y tubos, hasta balas de todos...

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