Agenda Ciudadana / Los diplomáticos mexicanos y sus circunstancias

AutorLorenzo Meyer

Poco común

En un país que no es particularmente poderoso pero que está rodeado de vecinos que lo son aún menos, como Brasil, la actividad diplomática puede ser relativamente interesante. Sin embargo, esa misma labor en una nación que no sólo no es poderosa sino que, además, es vecina de una gran potencia, como es el caso de México, sólo excepcionalmente le ofrece a sus practicantes la posibilidad de jugar un papel distinto del meramente formal y burocrático.

En virtud de lo anterior, es natural que el estudioso de la política exterior mexicana se concentre en coyunturas dramáticas -las guerras con Estados Unidos o Francia, por ejemplo- o en temas estructurales -los efectos de la presión externa en momentos de cambio interno, el problema del control de las fronteras, los efectos económicos de las relaciones con el exterior o los problemas de la migración o el comercio ilegal- antes que en la biografía de algún diplomático. En contraste, en los países centrales, los investigadores han dedicado centenares de trabajos a examinar la obra de diplomáticos individuales como forma de entender la política exterior. Un buen ejemplo es el príncipe austriaco Klemens Fürst von Metternich (1773-1859), que fuera ministro de asuntos exteriores de 1809 a 1848 y el gran arquitecto del Congreso de Viena. Otro caso más modesto es el papel jugado por Benjamín Franklin como ministro en Francia y, a la vez, símbolo viviente del proyecto norteamericano. En fin, hay numerosas obras en torno a las acciones de diplomáticos de las grandes potencias, pero son escasas las dedicadas a esos personajes en países como México.

Por esta razón, hay que notar la aparición de un libro dedicado a examinar la labor de ciertos diplomáticos mexicanos, no tanto como secretarios de Relaciones Exteriores, sino como ministros, embajadores o cónsules. Artífices y operadores de la diplomacia mexicana. Siglos XIX y XX es una obra publicada por Porrúa y cuatro centros de estudios y coordinada por otros tantos investigadores de cada uno de éstos (Agustín Sánchez, Rosario Rodríguez, Fernando Alanís y Enrique Camacho) y con la participación de 15 investigadores más.

La situación ideal de un diplomático es tener detrás de sí a un Estado fuerte que le respalde y una política coherente que implementar. Lo realmente difícil es dejar huella cuando se representan los intereses de un Estado débil y a la defensiva. Ésta fue la experiencia de un puñado de enviados mexicanos ante las grandes potencias...

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