Entrevista / Clara Herrera Tapia / 'Quiero justicia, no misericordia'

AutorAntonio Nieto

De la bolsa del pantalón, Clara Herrera Tapia saca dos recortes de periódico: son fotos de una niña y un bebé, que no son suyos, pero que durante el tiempo que ha estado en prisión la han acompañado.

"La niña es Rebeca y el bebecito es mi nieto, bueno, no son, pero se parecen, y estos 'recortitos' me han mantenido viva", expresa Clara en entrevista en el Penal Femenil de Tepepan, donde está recluida como copartícipe en el llamado caso de "El Monstruo de Iztapalapa".

Tres años en la cárcel pesan como siglos, confunden, envejecen el alma, pero Clara está convencida que es inocente, que ella no permitió que Jorge Antonio Iniestra, su esposo, violara y asesinara a su hija y a su nieta en 2011.

Un nuevo dictamen sicológico y dos amicus curiae -expedidos por la UNAM y un experto en Barcelona- concluyeron que ella es también una víctima, y que la Procuraduría erró en acusarla.

¿Por qué crees que la ciudadanía debería creerte?

Yo no necesito que me crean, pero que no juzguen, porque la violencia contra la mujer existe y no porque uno quiera, está en la mente; así me pasó y fue una tortura cada segundo de mi vida.

¿Nunca intentaste hacer algo para detener a Jorge Antonio?

Sí, pero el miedo me paralizaba. A él lo veía como un dios y yo nada más era una niña pequeña. Me chantajeaba con mis hijas, las convenció de que lo que les hacía estaba bien. Y si le reclamaba, ellas lloraban y se ponían de su parte; mi hija Rebeca, de 12 añitos, decía que estaba enamorada de él, le escribía cartas.

Clara, de 46 años de edad, conoció a "El Monstruo" en 2004, cuando era empleada de limpieza de un negocio y él guardia de seguridad.

A los pocos meses se fueron a vivir a un cuarto y luego Iniestra se llevó a sus dos hijastras a casa de su madre en Iztapalapa, donde abusó de ellas y procrearon cinco hijos.

Tras matar a Rebeca y el bebé que procrearon juntos, mantuvo los cuerpos debajo de una mesa durante 30 días, cubiertos con cal, ante la vista de su madre y sus hermanos.

¿Cómo vivías con él?

Siempre estuve a su merced, no me daba cuenta por qué todo giraba en torno a él. Odiaba el sol porque me ponía morena y a él no le gustaba, lo mismo que el cabello largo, me decía: 'córtatelo, porque las que lo tienen largo son tontas', y yo decía: 'sí', la verdad no tenía autoestima.

¿Tus días en prisión, qué enseñanza te dejan?

Todo este tiempo es para honrar a mis hijos, así lo veo ya. Antes no hablaba con nadie, oía una...

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