Comprender al Papa, no sólo aplaudirle

AutorAntonio González Roser

El autor es maestro en Teología Pastora l por el Instituto Católico de Par ís.

  1. LA IGLESIA EN MÉXICO

    En estos días que se habla tanto de la Iglesia, veo y oigo que para algunos es algo así como una sucursal de la Jerusalén celestial y para otros no pasa de ser una trasnacional como la Coca-Cola ("Dios bendiga este negocio", leí ayer en la pared de un templo). Es por eso que me parece pertinente partir de una clara conceptualización: la Iglesia no es la jerarquía, ni el clero, ni el templo, ni el culto.

    Hace 50 años, el Concilio Vaticano II declaró en el capítulo II de la Constitución sobre la Iglesia (Lumen Gentium) que la Iglesia (Eclesia=asamblea) es todo el pueblo de Dios bautizado que quiere libremente seguir los pasos de Jesús y su proyecto del Reino de Dios, es decir, de construir un mundo en paz, justo y fraterno (Lumen Gentium #5). Además, sus miembros no son ángeles ni santos, sino que "nos reconocemos como una comunidad de pobres pecadores mendicantes de la misericordia de Dios" (Aparecida #100). Cuando leemos los periódicos, escuchamos los medios audiovisuales y oímos hablar al hombre y a la mujer de la calle, es claro que la mayoría habla porque tiene boca.

    ¿Qué significa esto en números? Que de mil 200 millones de católicos en el mundo sólo el 1 por ciento es formado por la jerarquía y el clero: el resto es el gran ejército de fieles laicos. Que, de los 120 millones de mexicanos, 99 por ciento somos laicos. Además, es importante aclarar que la fe no se vive solamente una hora cada domingo, sino las 168 horas de la semana, en los diferentes ámbitos de la vida.

    Es necesario un poco de historia para entender a la Iglesia en México. La fe católica llegó junto con la conquista española. La cruz y la espada vinieron de la mano. La buena noticia y la mala noticia se fundieron. Mesoamérica vivió en el siglo XVI la peor crisis poblacional de la historia: en 1517 había una población de unos 20 millones de indígenas y en el censo de 1600 sólo se registran 2 millones de habitantes. En 80 años, mientras se realizaba la primera evangelización, murió el 90 por ciento de la población por guerras, epidemias, explotación laboral, etcétera1.

    Por otra parte, de acuerdo a las costumbres de entonces (culpa es de la época y no de España), México fue sacramentalizado (bautizado) pero no catequizado. La "conversión" de las masas al catolicismo fue más sociológica que por un acto libre, personal e ilustrado. Se convertía el jefe máximo y bautizaban a todo el pueblo (cuius regi, cuius religio). Así fue también "evangelizada" Europa en la alta edad media. Este dato explica el auge de la religiosidad popular en toda América Latina, con sus grandes valores, pero también con sus carencias. Esta religiosidad "de barniz y no de raíz"2 explica también la facilidad con que mucha gente deja el catolicismo y se inscribe en otras Iglesias o en otras sectas, como por ejemplo, la de la Santa Muerte, que en unos cuantos años llegó a dos millones de adeptos.

    La jerarquía de la Iglesia Mexicana está constituida por 170 obispos, que integran la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM). Dado que tienen influencia sobre al 84 por ciento de las conciencias del país, son un gran poder económico, social, político e ideológico. En general, podemos afirmar que en cuestiones de moral sexual (control natal, aborto, homosexualidad, divorcio...) su postura es radicalmente conservadora. En cambio, en cuestiones de moral social han sido críticos y participativos, aunque su práctica no está a la altura de sus documentos. Pastoralmente falta mística, creatividad, capacidad de liderazgo para mover y organizar los enormes activos que tiene la institución.

    Entre muchas otras orientaciones coyunturales y...

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