La crisis perfecta

AutorJésica Zermeño Núñez y Karla Garduño Morán

A seis semanas de las elecciones intermedias, la mezcla de factores es explosiva: la violencia ligada al narco se mantiene, la economía va en picada, el desempleo se incrementa, hoteleros y restauranteros reportan pérdidas millonarias por la epidemia de influenza, las divisas derivadas del turismo se evaporan y en el ambiente político predomina el escándalo sobre las propuestas de campaña. La crisis no es de hoy, ni vino de fuera.

Lorenzo Meyer, historiador

'México es un barco a la deriva'

Hay muchos que se dan cuenta de la crisis institucional, advierte Meyer, pero sin posibilidad de influir. Esa atribución la monopoliza una clase política que sólo ve por sí misma.

Jésica Zermeño Núñez

Si se quiere, la situación por la que atraviesa México puede diseccionarse en distintas crisis, la económica, la política, la de seguridad, la social, pero bajo éstas sólo queda una, la crisis del proyecto nacional. México es un barco a la deriva de las circunstancias, no va dirigido a ningún lado.

Ésa es la conclusión a la que llega el historiador Lorenzo Meyer después de describir la que, para él, es la principal causa de la superposición de crisis que vivimos hoy: una clase política que, como sanguijuela, se ha chupado los recursos y las esperanzas que los mexicanos tenían en la democracia electoral, encadenó la economía nacional a la estadounidense por su falta de legitimidad y ha impedido la movilidad social con sus decisiones, dejando a los jóvenes como única salida la violencia.

"¿Cómo llamaría yo a esta gran crisis? Es la crisis del proyecto nacional. No sabemos como sociedad hacia dónde nos dirigimos. Una sociedad nunca es capaz de formular un proyecto nacional, lo formulan las élites por ella, y luego la sociedad decide si se suma a ese proyecto, si lo ve con indiferencia o si se opone a él, pero en esta ocasión lo que veo es una ausencia completa de acuerdo entre las élites sobre a dónde ir, y desde luego la sociedad está harta de esta falta de proyecto, y a estas alturas, y las encuestas de opinión así nos lo dicen, la mayoría de los mexicanos repudian a su clase política", señala el académico.

El investigador de El Colegio de México recuerda que ya hubo un periodo similar a éste en la primera mitad del siglo XIX, cuando el país estaba deshecho por la pérdida de territorio en el norte, los ánimos independentistas de Yucatán y la disputa entre dos élites políticas -la liberal y la conservadora- totalmente alejadas de las necesidades del mexicano común y corriente.

"El que quería tener seguridad la compraba, porque ahí también había secuestros, robo, pillaje, inseguridad en las pocas carreteras que había. La justicia se compraba, como nos lo dicen las novelas del México de esa época. Estamos en una etapa en eso muy similar, pero hay una diferencia: en la primera mitad del siglo XIX no había Estado, en cierto sentido eso justifica la situación; apenas se estaba creando la nación. Ahora venimos de una etapa en que ya hubo Estado, ya hubo sentimiento de nación y de nada sirvió".

La gran crisis que azota al país tiene como principal indicador el sentimiento de injusticia que reina entre los mexicanos. La injusticia que se vive -señala Meyer- es incluso mayor que en 1910, cuando inició la Revolución.

"Estamos en cierto sentido peor que antes, porque en 1968, los setentas, la Guerra Sucia, los ochentas y el fraude electoral de Salinas, los noventas y la crisis económica, en cada uno de esos casos se podía pensar: 'pero cuando venga la democracia vendrá el llamado a cuentas y vendrá el poner a los culpables frente al tribunal de la historia por lo menos, y si se puede frente al tribunal de los hombres, y que paguen, que se les llame a cuentas'. En el 2009, ¿qué podemos decir de eso?, ¿ya vendrá la democracia política? ¡Ya vino y ya se fue!", sentencia.

Crisis política

Hace unos años, la crisis política por la que atraviesa el país parecía evitable, señala Meyer. Él fue uno de los que creyó que el fortalecimiento de los partidos de oposición era la solución. Pero estos partidos no se convirtieron en los impulsores de una nueva cultura política.

"Es que el PAN y el PRD se dejaron comer por los usos y costumbres antiguos. No tuvieron la capacidad, el valor, la integridad moral para mantenerse. Nos hemos quedado, en este momento, en el 2009, sin alternativa".

La crisis política se refleja también en la actuación de las instituciones que deberían soportar la democracia, apunta.

"Veo a las instituciones electorales como grandes sanguijuelas, al IFE, al Tribunal Electoral, a los partidos. Por la coyuntura histórica en la que estaba la sociedad mexicana ésta aceptó que con mucho dinero iba a comprar su democracia política, a asegurarla, dándole a los partidos un gran financiamiento y creando una enorme burocracia bien pagada, que nos protegería, y estas tres instituciones, partidos, tribunal e IFE, incluso la Suprema Corte, transformaron, corrompieron el sentido original, se apoderaron del dinero y no dieron lo que se esperaba, y ahora ¡a ver quién quita a esas sanguijuelas!", exclama.

A pesar de la alternancia del año 2000, apunta Meyer, México no experminetó un proceso que lo sacara de la crisis política, como pasó en Brasil, Portugal, Grecia, Turquía, Uruguay, Chile o Europa oriental.

"Ver la actualidad es encontrar un periodo en la historia de México desperdiciado, porque sí existía la última gran salida, la del 2000 y la del 2006. Es algo de lo que no me repongo: ¿cómo pudo ese grupo cambiar por un plato de lentejas un lugar privilegiado en la historia de México?".

Crisis combinadas

Para Meyer, las crisis económica y de seguridad que vive el país también tienen un origen, los años ochenta; desde entonces, México no crece a la velocidad que el país requiere y merece.

El gran error que cometió la clase política, y específicamente el presidente Carlos Salinas de Gortari -señala-, es haber enganchado el vagón de la economía nacional a la locomotora de Estados Unidos, con lo que se anuló la posibilidad de independencia en este rubro.

"En el 2010, en el mejor de los casos, Estados Unidos crecerá cero. Cuando ellos están mal el golpe es catastrófico. Eso no le pasa al otro gran país de América Latina, Brasil, porque no se unió a Estados Unidos. Nosotros, en la desesperación de salvar al sistema en 1989 y 1990, cuando el Presidente tuvo el gran problema de legitimidad por el fraude de 1988, lanzó las líneas de salvamento al norte. Abdicar de cualquier intento de desarrollo independiente, ése es el precio".

Pero los principales problemas que ha generado la crisis económica no son económicos, sino sociales, advierte el académico. El más grave es que poco a poco ha ido desapareciendo la movilidad social. A su juicio, sólo en el cerrado círculo de los empresarios hay movilidad social. La única salida para los jóvenes hoy es la delincuencia organizada.

"Ahí, en la delincuencia, los jóvenes ponen una sola cosa, su vida. Ése es su capital a invertir, porque no tienen nada más. Esa salida sin objetivo político es la peor de las salidas violentas. Hasta en eso estamos mal, porque sí está la violencia, pero sin proyecto. El Chapo ya consiguió lo que quería, salió en Forbes, salió en Time magazine como uno de los 100 hombres que influye en el mundo. Ésa es la única vía de ascenso social que está libre, nada más".

Y es que tampoco el sistema de educación tiene rumbo, dice. En la educación también hay una crisis, el sistema de enseñanza es controlado por un sindicato que lo que menos quiere es enseñar y el principal distribuidor de conocimiento es la televisión, que controla la imaginación de la sociedad y ha compartido con la Secretaría de Educación Pública la responsabilidad de educar a mexicanos por decenios.

"Ahora hay una Secretaría de Educación en donde un Zedillo es secretario de Educación, un Bartlett, un Reyes Tamez, una Josefina Vázquez. A esos se les entrega la educación, y la sociedad ha quedado más a merced de Televisa et al, se le deja desprotegida, porque a los mexicanos se les ha educado para no ser ciudadanos".

La crisis sanitaria...

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