Denise Dresser / Sin derechos

AutorDenise Dresser

En México, ser mujer implica no poder decidir sobre tu propio cuerpo si no vives en el Distrito Federal. En México, ser mujer significa que otros -funcionarios, sacerdotes, esposos, hombres- todavía pueden decidir tu destino. En México ser mujer implica todavía tener que pelear por el derecho a serlo plenamente. Lejos aún del aborto legal y seguro. Lejos de la salud reproductiva y la información necesaria para asegurarla. Lejos de la no discriminación y la autonomía. Todos ellos derechos consagrados en la Constitución pero ignorados en la práctica. Todos ellos derechos contenidos en los tratados de derechos humanos que México subscribe pero ignora. Y por eso las mujeres de nuestro país siguen sentadas en el vagón de atrás, en la cabina de segunda clase, en la retaguardia de una historia que podrían escribir pero no se les permite hacerlo.

Produciendo así un país lleno de desigualdades, de falta de oportunidades, de todo lo que pudo haber sido pero no fue. Las mujeres con recursos económicos pueden viajar al DF o al extranjero a realizarse un aborto. Pero las mujeres pobres, menos educadas, indígenas, no. Ellas son las que están expuestas a abortos insalubres, a métodos inseguros, a agujas de tejer, a sábanas roídas, a médicos apócrifos. Los abortos inducidos en México -como lo explica un reporte reciente del Grupo de Información en Reproducción Elegida- han aumentado de 500,000 abortos estimados en 1990 a 874,747 en 2006, con una tasa que subió de 25 a 38 abortos por cada 1,000 mujeres en edad reproductiva. Según datos de la Secretaría de Seguridad federal, en 2010 el aborto significó 11 por ciento de las muertes maternas. Una de las tasas más altas del mundo. Una tasa de la cual deberíamos avergonzarnos como país.

Y mientras tanto los señores de sotana siguen cabildeando. Las buenas conciencias siguen presionando. Actualmente existen 127 sentencias en 19 entidades federativas por el delito de aborto. Una elección individual que es criminalizada, perseguida, castigada. Una opción dolorosa cuyas consecuencias las padece cualquier mujer que la haya tomado, y frente a la cual el gobierno no debería intervenir. Pero la normativa en la mayor parte de los estados carece de perspectiva de género, y peor aún, de evidencia científica. En más de 10 códigos penales se refieren a la mujer que aborta como "la madre", en 28 definen al aborto como la "muerte del producto de la concepción", cuando según la Organización Mundial de la Salud es la...

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