Denise Dresser / Tambor batiente

AutorDenise Dresser

Carlos Slim criticado. Carlos Slim abucheado. Carlos Slim acorralado. Y no en el país al cual expolia sino por un grupo de jóvenes estadounidenses con el coraje moral que tanta falta hace aquí. Jóvenes que alzan carteles y hacen preguntas difíciles y no aceptan el statu quo. Ejerciendo derechos ciudadanos; ejercitando músculos cívicos; dando lecciones de aquello que los mexicanos deberían hacer pero no hacen. Por temor. Por falso nacionalismo. Por genuflexión ante un poder que perciben como omnipresente. Y sin embargo allí, en un encuentro público en Nueva York, Carlos Slim fue reducido a su verdadero tamaño. Un hombre que no sabe cómo defender, explicar, o justificar las prácticas monopólicas en las que sigue incurriendo.

Y se trata de desacreditar al movimiento argumentando que ha sido financiado por Ricardo Salinas Pliego, o por otros intereses oscuros que quieren mantener las cosas tal y como están. De lo que se trata es de minar, enturbiar, mancillar la reputación de quienes -por motivos legítimos- han decidido alzar la voz en lugar de cerrar la boca. Alzar la voz contra las tarifas, y el servicio, y el redondeo, y la compra obligatoria del seguro, y el dinero sobrante en las tarjetas prepagadas que ya no alcanza para hacer una llamada más. Prácticas abusivas, prácticas rapaces, prácticas ante las cuales el consumidor mexicano vive en la más absoluta indefensión.

La organización "Dos Países, Una Voz" fue específicamente fundada -según sus organizadores- en Estados Unidos para crear conciencia sobre la influencia desmedida de Carlos Slim en México. Desde entonces, el grupo ha sido sometido al hostigamiento incesante, incluyendo una nota sacada de Bloomberg News donde se atribuía su fundación al Grupo Salinas. Ricardo Salinas tiene razones de sobra para intentar desviar la atención a la paja en el ojo ajeno, con el objetivo de esconder la viga en el propio. Para que se regule a uno y no al otro. Para que las prácticas monopolísticas de Slim provoquen más indignación pública que las prácticas predatorias de Salinas Pliego.

Pero como la propia organización reitera -y con razón- su campaña no ha sido financiada por el Grupo Salinas ni por cualquiera de sus subsidiarios o afiliados. Su campaña no tiene ninguna relación con el Grupo Salinas y está fundada en el interés legítimo de colocar los reflectores sobre una situación que se ha vuelto escandalosa. La situación de ese consumidor sin voz, sin alternativa, sin protección. Ese hombre...

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