Diabetes contrólenla en familia

AutorGeorgina Montalvo

Rosa María Aguilar, presidenta de la Asociación Mexicana de Educadores en Diabetes (Anmed) asegura que miedo, ansiedad por mantener el control total, negar que puede haber complicaciones e incluso creer que se trata de un "castigo divino" son de los sentimientos más comunes entre los adultos que reciben la noticia de que padecen diabetes.

"Definitivamente tener diabetes implica un riesgo para la salud, aun cuando se tomen los cuidados necesarios; pero aprendiendo a integrar los cuidados a la vida cotidiana se reduce significativamente el riesgo de complicaciones", comenta la educadora en diabetes.

Contar con el apoyo de la familia es determinante para lograrlo más rápido y de una manera efectiva.

Control o descontrol

Recibir el diagnóstico de diabetes, coinciden expertas, no debería asumirse como "el fin del mundo" sino como una oportunidad de mejorar el estado de salud de toda la familia.

Esa es la lección que los García Méndez, como los diez millones de familias mexicanas que tienen algún integrante con diabetes, ha aprendido en los últimos meses.

Bernardo García, de 42 años, llevaba 15 años de saber que era diabético, pero el impacto de la noticia lo llevó a la constante negación de su estado de salud a pesar de que Lilia Méndez, su esposa, le decía que se podía vivir bien aún con la enfermedad.

Al principio fue muy difícil, cuenta ella, especialmente porque en la familia de Bernardo siempre se ha creído que la diabetes "se cura" con múltiples remedios y no modificando el estilo de vida.

En el caso de Bernardo, las creencias de su familia de origen sobre la diabetes se convirtieron en un obstáculo para que aceptara su enfermedad, sobre todo porque la diabetes tipo 2 que padece requiere que se inyecte insulina.

Ellos creían que se iba a recuperar y que no era necesario modificar el estilo de vida para lograrlo. Así es que en el refrigerador de casa nunca había frutas ni verduras, sólo bisteces de res, pechugas, sopas de pasta, carnes frías; y en la mesa, una panera repleta de teleras y pan de dulce, chicharrón y tortillas. Padres y hermanos hacían como que la enfermedad no existía y, por lo tanto, asumían que no se podía complicar.

En ese ambiente y con el paso de los años, la salud de Bernardo empeoró: siempre estaba agotado, su capacidad visual había disminuido y más que obeso, vivía permanentemente hinchado por la retención de líquidos que la falla renal le estaba provocando, porque la insulina que utilizaba hasta ese momento, ya no le hacía efecto.

"Yo sí me sabía y me sentía enfermo y hasta llegué a pensar en no tener hijos porque la enfermedad no se cura y entonces me preguntaba: '¿ya para qué vivo?'", cuenta Bernardo.

"Las parejas sin hijos se sienten muy agobiados sobre tener hijos o no, les preocupa que sus hijos puedan heredar la diabetes; cuando la paciente es mujer le preocupa el impacto del embarazo sobre su salud y la del bebé, y su capacidad para cuidarlo", comenta la educadora en diabetes Rosa María Aguilar.

En el caso de Bernardo, su esposa lo animó a seguir adelante, pues ella estaba acostumbrada a otro estilo de vida antes de que se casaran. Por ser de origen chino, las verduras eran parte de su dieta regular. Además, su abuelo y varios tíos habían tenido que lidiar con la diabetes y ya estaban adaptados a llevar una dieta sana.

"Nosotros teníamos claro que esta enfermedad no se cura, pero que se puede controlar sin problema", recuerda Lilia.

Todos juntos

En las familias, una práctica común es brindarse ayuda mutua y adaptarse a los cambios que aparecen de manera natural conforme sus miembros crecen o el equilibrio se ve alterado por cuestiones imprevistas.

"Ante el diagnóstico de diabetes, la familia se encuentra en una situación nueva e inesperada y su miedo o incertidumbre son alimentados por la carga emocional de saber que se trata de una enfermedad que no se cura, que requiere tratamiento para siempre, que demanda mucha disciplina y que a veces resulta compleja y cara", comenta Aguilar.

Si la familia se deja envolver por la desgracia, el riesgo de que el paciente no logre controlar su enfermedad es mayor y se vuelve más difícil superar las dificultades reales de la adaptación que la enfermedad exige para el resto de los miembros de la familia.

Sin embargo, con apoyo de un especialista como el educador en diabetes (que puede encontrar en los servicios de salud pública o privados y como servicio de asociaciones civiles), la familia puede diseñar una estrategia para hacer frente a la enfermedad.

En casos en los que han pasado más de dos meses de que la persona recibió el diagnóstico y aún se siente triste o se niega rotundamente a...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR