Diego Valadés / Un sistema petrificado

AutorDiego Valadés

Dos años después de ser aprobada la Constitución, Venustiano Carranza sostuvo una serie de diálogos sobre ella con Bernardino Mena Brito, joven revolucionario y combativo escritor yucateco. Uno de esos diálogos se desarrolló así:

BMB: "¿El programa ideológico de la Revolución es el artículo 27 constitucional?".

VC: "No señor. Es toda la Constitución del 17 y todas las reformas que dentro de la moral, la cultura y la ciencia se lleven a cabo".

BMB: "¿Entonces usted cree que la Constitución se reformará?".

VC: "¡Ya lo creo que sí! Ella misma creará una conciencia distinta y ésta exigirá otras reformas".

Carranza fue senador durante el porfirismo y advirtió que la Constitución de 1857 se había consolidado gracias a su capacidad adaptativa, a diferencia de las constituciones previas cuya rigidez hizo más fácil sustituirlas que modificarlas. Conforme a sus previsiones, la Constitución comenzó a evolucionar en 1921.

Desde entonces 230 decretos de reforma han modificado 697 veces diversos preceptos. De los 136 artículos que componen la Constitución, sólo 22 permanecen tal cual fueron aprobados en Querétaro; de ellos, 7 son iguales desde 1857 y de estos uno viene sin alteración desde la primera Constitución del México independiente, en 1824: el actual artículo 80.

En dos siglos todo ha cambiado en el país, menos la inconmovible base que sustenta al presidencialismo. El artículo 80 es el único que no ha variado. En 1824 decía: "Se deposita el Supremo Poder Ejecutivo de la Federación en un solo individuo, que se denominará Presidente de los Estados Unidos Mexicanos". En 1857 tuvo un retoque para decir "Se deposita el ejercicio del Supremo Poder Ejecutivo de la Unión en un solo individuo, que se denominará 'Presidente de los Estados Unidos Mexicanos'", y así ha quedado hasta la fecha. Además de añadir "ejercicio del", de sustituir "Federación" por "Unión" y de agregar un par de comillas para resaltar la figura presidencial, todo es igual, incluido el adjetivo "supremo", que no se aplica a los otros dos poderes para denotar su inferioridad constitucional respecto del ejecutivo.

Esa disposición fue el eje del despotismo, de la dictadura y de la hegemonía; pero con dificultad podría serlo de la democracia. En dos siglos lo hemos cambiado todo, menos eso. Es un arcaísmo convertido en tabú. De los 697 cambios al articulado de la actual Constitución, más de la mitad, 356, se han referido a la organización y funcionamiento de los tres poderes...

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