Empresa/ Doble jaque

AutorAlberto Barranco Chavarría

Estamos hablando de gravar las operaciones financieras, en cuyo abanico caben desde la simple expedición de un cheque hasta la firma de un crédito, pasando por contratos de inversión o compra de coberturas cambiarias.

Planteada al fragor de la discusión en una de las cinco mesas instaladas por las Comisiones unidas de Hacienda y Crédito Público de la Cámara de Diputados y el Senado de la República para analizar la propuesta de "Nueva Hacienda Distributiva" del Presidente Vicente Fox, la iniciativa retoma un frustrado intento del ex Presidente Ernesto Zedillo.

La alternativa se había barajado en el marco de un paquete de iniciativas fiscales, entre ellas la implantación de un impuesto especial por uso de teléfono, para reforzar la recaudación, tras desnudarse la excesiva dependencia del país en el ingreso petrolero, a la vera de la dramática caída en el precio internacional del energético registrada en 1998...

¿Se acuerda usted de los tres recortes al presupuesto por un global de 25 mil millones de pesos que debió instrumentar el Gobierno en la emergencia?

Lo cierto es que si la posibilidad del impuesto telefónico la derribó la oposición que integraba mayoría en la Cámara de Diputados, la de gravar las operaciones financieras la atajó el cabildeo express de los dueños de los bancos... a cuyo auxilio se instaló el entonces Subsecretario de Hacienda, Martín Werner.

De hecho, la propuesta nunca llegó oficialmente a la Oficialía de Partes de la Cámara Baja... por más que en su lugar se planteó un gravamen de 1.5 por ciento para las colocaciones públicas o privadas de bonos de deuda pactadas a un plazo inferior a 3 años.

El caso es que los argumentos validados entonces regresan, idénticos, a la escena: la posibilidad pone en peligro al sistema de pagos del país, al propiciarse la canalización de las operaciones hacia el exterior, con énfasis en Estados Unidos, provocándose, en la carambola, una gigantesca evasión fiscal al perder el país la capacidad de fiscalización...

¿Qué empresa exportadora, por ejemplo, se arriesgaría a mantener sus cuentas en el país? ¿Y a qué importadora le convendría transar sus operaciones desde las ventanillas de los bancos mexicanos con proa hacía sus filiales en el extranjero?

Más allá, la imposición del tributo encarecería la de suya pesada carga financiera del país, a cuya vera, para no ir

lejos, la tasa de interés interbancaria estimada, base desde la cual se fija el monto de los réditos, se ubica 2 puntos arriba...

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