El efecto zombi

AutorCarlos Rubio Rosell

MADRID.- "Vivimos el mundo ya no directamente, sino a través de nuestros signos, de una hiperrealidad donde los medios nos obligan a vivir la realidad de una manera indirecta, y nuestras relaciones están intermediadas y trabadas por un nuevo modelo de vivencia sentimental", asegura el filólogo español Jorge Fernández Gonzalo.

En su libro Filosofía zombi, elegido finalista del Premio Anagrama de Ensayo 2011, Fernández Gonzalo (Madrid, 1982) aborda los efectos discursivos del poder y sus códigos semióticos, pero también las trabas del capitalismo, sus estrategias mediáticas y publicitarias, la formación de individuos narcisistas y las prácticas tecnoafectivas que los definen.

En entrevista, afirma que hoy las sociedades están a la expectativa de lo que pasará con toda una serie de dispositivos de mediación de las relaciones interpersonales, que no sólo alejan del vecino, sino que acercan a alguien que puede estar a cientos o miles de kilómetros.

Eso establece una paradoja cuyo colmo sería encontrar a través de Internet a una novia y que resultara ser la vecina, algo que con toda seguridad ya se ha dado en algún lugar, dice, porque no es que la realidad supere a la ficción, sino que hoy la hiperrealidad está superando a la realidad.

En el libro, lo que se plantea es el problema de la mediación, un problema de lenguaje, sostiene Fernández Gonzalo, codirector de la publicación digital Revista Neutral y autor del ensayo La muerte de Acteón. Hacia una arqueología del cuerpo, y de los poemarios El libro blanco (Premio de Poesía Hiperión 2004) y Arquitecturas del instante.

"Eso se transmite a todos los ámbitos, y por eso yo me permito hablar de política, de arte, de cine, de procesos en donde hay una intermediación. Uno de ellos es el de las relaciones tecnoafectivas; es decir, relaciones que están intermediadas, trabadas por signos", señala.

"Ahí el prefijo no es gratuito y por eso hablo de hiperconsumismo, tecnoafección, hiperrealidad, porque el prefijo no es sólo un superlativo ni una propiedad amplificadora del término, sino que nos la retrasa espacial y conceptualmente".

Y eso es parte de lo que propone en el libro, agrega, donde se establece que los términos tradicionales están imbuidos de espectacularidad, de signos, de mediación.

"Por ejemplo, sobre las relaciones afectivas, de lo que hablo es de redes sociales, de algunos protocolos mediatizados como el teléfono móvil y sus mensajes, e Internet".

En su ensayo, Fernández Gonzalo utiliza al zombi como figura artefacto cultural sometido a variantes históricas.

"Hemos visto un zombi individualizado e individualista, un autómata que se dejaba llevar por la publicidad...

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