Entrevista / Carlos Fuentes / La migración cultural

AutorRafael Lemus

Más allá de los problemas políticos y las cifras económicas, en la relación entre México y Estados Unidos hay una zona reservada para lo humano, la cultura y los libros, un vínculo mucho más complejo que en la diplomacia, el comercio o la política, dice el escritor Carlos Fuentes.

Además, el actual trasiego cultural y económico entre ambos países puede conducirlos a un mayor conocimiento mutuo, destaca el autor de La silla del Aguila.

"Hay dos culturas extraordinariamente diversificadas y poderosas mirándose, tratando de entenderse, de comprenderse", expresa, "y creo que los mejores hombres y mujeres de nuestra cultura han intentado un acercamiento de ellas, no una separación".

A 10 años del Tratado de Libre Comercio y en el marco de las discusiones migratorias, el intelectual mexicano analiza en entrevista el impacto cultural de México en Estados Unidos.

Detrás de la frontera hay un México dentro de Estados Unidos y, de creerle a los números, no es un México modesto. Tampoco es un país invisible. Pesa, grita, produce riqueza e insólitas manifestaciones culturales. Merece atención, y sobre él se expresa Fuentes .

A 10 años del TLC, ¿ha crecido o disminuido el impacto cultural de los mexicanos en Estados Unidos?

Creo que va creciendo. Una tercera parte de los extranjeros en Estados Unidos son mexicanos. Hay 30 millones de hispanoparlantes en Estados Unidos, y no quiero hablar de reconquista -como hablan algunos, me parece excesivo- pero sí de una presencia que convierte a Estados Unidos, forzosamente, en una nación multicultural. Es decir, la nación original imaginada, la nación WASP -White Anglosaxon Protestant- ha muerto; en cambio, hay una nación "policultural" que se nota muy bien, por ejemplo, en la literatura. Ya no hay solamente una literatura blanca de Estados Unidos, hay una literatura mexicoamericana, con Sandra Cisneros; una afroamericana, con Tony Morrison; una cubanoamericana, con Cristina García; una chinoamericana, con Amy Tam; una literatura indoamericana, refiriéndome a los indios de América, novelistas que dicen claramente que Estados Unidos será una nación multicultural o no será.

No tienen más remedio que aceptarlo, pero eso significa luchar contra una serie de prejuicios, injusticias y discriminaciones que todavía existen en vastos sectores de la sociedad estadounidense.

¿Esta presencia abrumadora del español en Estados Unidos modifica sensiblemente a la lengua inglesa?

Sí, de la misma manera que la lengua inglesa modifica la castellana. Las lenguas viven, como las culturas, de encuentros, no de separaciones.

Usted ha escrito numerosas veces, desde diversos géneros, sobre la relación entre México y Estados Unidos, ¿qué puede decir la literatura sobre este asunto que no hayan dicho ya las estadísticas o los políticos?

Todo lo que es la relación humana entre los dos países, sobre todo en la zona fronteriza, donde se encuentran muchos trabajadores nuestros. Lo he tratado en La frontera de cristal y en otros casos. Existe una parte de la relación que sólo es narrable en tanto literatura. Podemos hablar mucho de problemas políticos, dar cifras económicas, pero hay una zona reservada para lo humano que es la provincia de la literatura. Hay, además, un hecho fundamental que es la aparición de escritores chicanos que están relacionados con México, que lo están viendo desde el otro lado de la frontera.

De tal manera, la relación de los dos países en la literatura es mucho más compleja que en la diplomacia, el comercio o la política.

Los años con Laura Díaz termina en Los Angeles, una especie de nueva Babilonia, donde las razas y las lenguas se cruzan...

Yo la he llamado así, la nueva Constantinopla, pues más que en Babilonia fue en Constantinopla donde se dio el encuentro de todas las razas y culturas.

¿Es posible esperar para México y Estados Unidos un final positivo, como en aquella novela, atravesado por la tolerancia y el entendimiento?

Nietzsche dice que creer en la felicidad de la historia es engañarse a sí mismo. Hay que esperar siempre lo peor, ser escépticos luchando siempre por lo mejor. Es una condición para tener un módico éxito en las cuestiones políticas, económicas e históricas en general.

¿Cuál sería el logro de los migrantes mexicanos en Estados Unidos más allá, o incluso a pesar, de las leyes migratorias?

Hay un hecho inicial, y es que los mexicanos que van a Estados Unidos a trabajar cubren trabajos que nadie más quiere hacer. John Kenneth Galbraith ha explicado muy claramente que sin el trabajo migratorio mexicano se vendría abajo la agricultura estadounidense, habría escasez de alimentos, inflación. La ausencia de trabajadores mexicanos supondría una crisis dentro de Estados Unidos, y esto lo tienen que ver claro los propios estadounidenses.

En seguida, la presencia mexicana en Estados Unidos opera en dos direcciones. Una es dentro. Nuestra clase trabajadora es laboriosa, inteligente, hábil, y asciende muy rápidamente en la escala social; un señor que llega descalzo, en la segunda o tercera generación, puede tener un comercio en Los Angeles, un...

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