El envejecimiento: Lenta oxidación de la vida

AutorKarla Peregrina Oropeza

El Granjero Nepalés Bir Narayan Chaudhari jura haber nacido en el año de 1856 --lo cual, de ser cierto, significa que tiene la nada despreciable edad de 143 años--, no es trivial vaticinar cuánto le queda de vida.

Científicos de todo el mundo se devanan los sesos en busca de una respuesta coherente a una compleja pregunta: ¿Cómo y por qué envejecemos y morimos en un lapso biológicamente determinado? Por ahora, un buen número de ellos le sigue la pista a una banda de "rufianes" moleculares que, al parecer, roban algunos de los mejores años de nuestras células: los radicales libres, o especies reactivas de oxígeno.

En términos de herrumbre existencial, la ciencia parece sugerir que el envejecimiento no es otra cosa que oxidación acumulada.

Pero no el tipo de oxidación común en el hierro dejado a la intemperie, ni de la pátina que plaga las superficies de cobre, sino entendida como el efecto de reacciones químicas en que llevan la voz cantante los radicales libres.

José Trujillo Ferrara, de la Escuela Superior de Medicina del IPN, comenta que "los radicales libres son tan buenos que hacen posible la vida, y son tan malos que hacen posible la muerte".

Y es que ni las células quedan exentas de pagar un precio por estar vivas. De hecho, en procesos vitales como la respiración celular, la actividad enzimática que posibilita el éxito de las reacciones no suele ser 100 por ciento eficiente. Como producto de esa ineficiencia se liberan moléculas oxidantes hacia el interior de la célula.

Algunos científicos consideran que las reacciones producidas por estos radicales libres pueden ocasionar el deterioro progresivo de las membranas celulares, por lo que existe la posibilidad de que sean esos cambios los que determinen el patrón normal de envejecimiento en los organismos.

George Martin, Steven Austad y Thomas E. Johnson, de las universidades de Washington, Idaho y Boulder, Colorado, respectivamente, quienes estudian al envejecimiento, lo definen como "la serie de alteraciones en estructura y función que lenta, pero inevitablemente, se desarrollan durante las fases posteriores a la madurez de la historia de vida de los organismos".

El viejecito Chaudhari fue alguna vez, como todos, una sola célula nuevecita e impecable. Pero apenas se dio a la tarea de metabolizar nutrientes para formar a un bebé completo, la célula primordial de Chaudari comenzó a acumular especies reactivas de oxígeno en su interior.

Es inevitable, pues una de las fuentes más importantes que aportan radicales libres al organismo es la respiración celular, entendida como la serie de reacciones químicas necesarias para que se produzca la energía que mantiene viva a la célula. La energía liberada durante el proceso es utilizada para sintetizar Adenosín Tri-Fosfato (ATP), la gasolina que mantiene funcionando a la maquinaria celular. Gracias al ATP, Chaudari habrá correteado a alguna mariposa nepalesa por ahí de mil ochocientos sesenta y tantos.

Además de la...

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