Escalera al cielo / CF: moderno y posmoderno

AutorSergio González Rodríguez

Carlos Fuentes quiso ser un escritor y, al mismo tiempo, un modelo de escritor. Entre los narradores mexicanos del siglo 20, fue el más carismático y ambicioso al proponer sus horizontes literarios. Al vislumbrar éstos, incluyó el dominio de la novela y el cuento, así como la incursión en el texto escénico y el guión fílmico. El mismo aliento de su narrativa reaparecía en su idea del ensayo: panorámico, interdisciplinario, ilustrativo, categórico y proclive a la síntesis de un saber que apuntaba hacia las conclusiones universalistas: el temperamento cosmopolita que elabora la vida y la obra. Como periodista, eligió el análisis político y el comentario sobre temas internacionales.

Fuentes representa uno de los proyectos literarios más potentes en las letras hispanoamericanas de la segunda mitad del siglo 20 hacia el 21. Y lo finca sobre la encarnación del escritor dispuesto a enmendar las tradiciones realistas, costumbristas y naturalistas -su gravitar alrededor del nacionalismo que predominaba hasta seis décadas atrás, para ubicarlo en otra temporalidad: la de la cultura urbana de cariz moderno y las aportaciones de sus élites intelectuales, que él encarnaba como pocos.

A tal empeño literario agregará una postura progresista que, en su evolución, lo conducirá de las simpatías por la izquierda revolucionaria de la juventud al cuestionamiento de las defecciones de aquella en la madurez, desde un enfoque liberal y centrista, siempre dispuesto a las interlocuciones con el poder político: consumaba así el ideal del intelectual moderno que encuentra en el hombre de Estado su par racional. El deseo de hallar su reflejo en un orden humanista.

Fuentes pertenece a una generación de intelectuales mexicanos que lograron fundir la herencia del humanismo con la imantación hacia las vanguardias. Para ellos, el Estado, el Gobierno, la Educación, el Trabajo, el Capital, la Sociedad, la Cultura, el Mercado eran los espacios tan reales como simbólicos donde podían oficiar sus talentos imaginativos. La preponderancia que mantuvieron en tal tarea durante más de medio siglo sólo comenzó a decaer cuando en los últimos años se opacó el fervor por los libros y la lectura. A pesar de todo, Fuentes confió en la supervivencia de los lectores, quienes vieron en él al último de los intelectuales modernos, al mismo tiempo que quiso ser el primero de los posmodernos (cf. El naranjo, o los círculos del tiempo, 1993). Fuentes nunca aceptó que un lector fuera un desafecto de...

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