Se exilian por amor

AutorÁngel Villarino

Corresponsal

WASHINGTON.- La estadounidense Emily atraviesa todos los días dos veces la frontera, de lunes a viernes.

Trabaja en El Paso, pero su hogar está en Ciudad Juárez, donde cada noche le espera su marido, Jorge Cruz, un mexicano procedente Chihuahua.

Se conocieron en Arizona en 2005 y se casaron dos años después, pensando que eso arreglaría el estatus migratorio de Jorge.

"Cuando descubrimos la verdad, en 2008, quedamos devastados.

"Nos dijeron que mi marido, por haber incumplido la ley migratoria al entrar ilegalmente, tiene que esperar 10 años fuera de Estados Unidos antes de poder solicitar una visa", explicó Emily.

"Nuestra única opción era abandonar mi patria, el país que ambos amamos, e intentar empezar una vida en México. Así que nos mudamos a Juárez y yo busqué un trabajo en El Paso", añadió.

Emily recuerda que tardó 13 días en ver el primer cadáver en las calles de Ciudad Juárez.

"Desde que llegué he visto cómo disparaban a gente, a nuestros vecinos los secuestraron, a nuestro amigo le robaron el coche".

"He pasado por muchas malas situaciones, aunque amo la cultura y la gente de México, e intento sacar lo mejor de esta experiencia", dijo.

Miles de parejas sufren una situación parecida, ya que la legislación no ofrece muchas alternativas a los indocumentados casados con estadounidenses.

El censo de 2010 revela que hay 4.1 millones de estadounidenses casados con migrantes.

"De todos esos, nuestra estimación es que al menos medio millón tienen un problema migratorio", dijo Paul Donelly, vocero de American Families United, en pro de los derechos de estas parejas.

Donelly destaca que se trata de un problema migratorio, pero que no afecta sólo a extranjeros, sino también a ciudadanos cuyos derechos están protegidos por la constitución estadounidense.

"Esto tiene que ver con nuestros derechos como ciudadanos estadounidenses. El Gobierno de Estados Unidos no puede decirme con quién me tengo que casar. "Soy un ciudadano americano y se nos tiene que tener en cuenta", reclamó.

Al verse en esta situación, no todas las parejas reaccionan como Emily y Jorge. Muchos prefieren mantenerse en las sombras y permanecer del lado norte de la frontera.

Otros se marchan a México para instalarse para siempre.

La familia Torres, por ejemplo, decidió empezar una nueva vida en Ciudad Acuña, Coahuila, después de que Carlos fuese...

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