La faceta incómoda de los mitos nacionales

AutorAlejandro Rosas

Durante el Siglo 20 el sistema político mexicano se dedicó a reescribir la historia de acuerdo con su propio discurso "revolucionario y nacionalista". Surgieron así héroes que parecían dioses y villanos que semejaban demonios. A pesar de las importantes aportaciones de los historiadores revisionistas -José Fuentes Mares, Luis González, Jean Meyer y Enrique Krauze, entre otros- la historia oficial arraigó en la conciencia nacional y los mitos invadieron el espacio mexicano. Mitos que siempre tuvieron otra cara.

w El Creador de la Nacionalidad

"Hernán Cortés fue el creador de nuestra nacionalidad", escribió José Vasconcelos. Su acertada pero incómoda afirmación siempre ha sido blanco para los ataques patrioteros. A los ojos de la historia oficial, la nación mexicana existía antes de la llegada de los españoles. Extrañamente, la misma historia oficial olvidó que la guerra de conquista fue realizada tan sólo por 900 españoles apoyados por 150 mil indios que detestaban al pueblo del sol.

En 1519 existían varias naciones indígenas que decidieron combatir al lado de los españoles y acabar con el yugo de los aztecas. No es extraño que el sitio de Tenochtilan costara a los ibéricos poco más de un centenar de bajas, mientras que para la población indígena -sitiados y sitiadores- significara 100 mil víctimas. Los números no mienten: no es una provocación decir que la conquista de México fue realizada por los indios. Y ante el mestizaje desarrollado de manera natural durante las décadas siguientes, tampoco es una herejía sostener que los cimientos de la nacionalidad mexicana se establecieron con la caída de Tenochtitlan en 1521.

Al célebre conquistador nunca le perdonaron tal afrenta y mucho menos le fue reconocida la paternidad de la nueva nación. Sus restos estuvieron cerca de perderse en los primeros años del México independiente cuando la turba, encendida por la pasión, arremetía con furia contra los españoles y sus propiedades, buscando además que los huesos del conquistador desaparecieran entre las llamas de una hoguera de resentimientos. Sólo gracias a la intervención de Lucas Alamán, los restos de Cortés hallaron finalmente el descanso eterno.

José Vasconcelos se atrevió a escribir lo que sólo la "terrible reacción" reconocía, y que, a pesar de la historia oficial, tenía mucho de verdad: "Quien quiera que medite la obra de Hernán Cortés de modo desapasionado, comprenderá que merece, como nadie, el título que tanto se le ha regateado de Padre de...

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