Fahrenheit 451: Renace pesadilla de Bradbury

AutorMauricio Matamoros

Una versión abreviada de Fahrenheit 451 en novela gráfica, dirán algunos, puede parecer el anuncio de la desaparición de la literatura y los libros, exactamente lo que Ray Bradbury buscaba denunciar y exorcizar con tal novela. Pero como sucede con las buenas adaptaciones en cualquier medio, la versión de Tim Hamilton (publicada en español por 451 Editores, precisamente) se trata de una obra sobresaliente por sí sola y, sobre todo, una invitación para conocer el original, que aún permanece en toda librería.

Tras décadas de batalla, parece que tanto Bradbury como la historieta han ganado: la portada de esta novela gráfica pone muy en claro que se trata de la obra de Bradbury (con una introducción de su parte, incluso) y, también, se expende en librerías, al lado del resto de clásicos literarios. Ya no es necesario esconderse.

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Truffaut consideró entonces que si algún libro debía beneficiarse de su proyecto, tendría que ser el original de Brad- bury (según las notas de su diario de filmación, publicadas en la revista Cahiers du Cinéma).

Y, aunque hoy en día, el original de Bradbury presenta muy buena salud (se estima que continúa vendiendo alrededor de 50 mil copias al año), parece que los tiempos exigieron una nueva adaptación.

Tim Hamilton, quien trasladó la pesadilla bradburiana a la novela gráfica, ha ejercitado su pluma desde mediados de los 80, aunque en mayor medida se ha dedicado a la ilustración publicitaria. De aquella época se recuerda su erótico thriller The Trouble With Girls (escrito por Gerard Jones) y, en años recientes, una puesta al día de un espía clásico, en Welcome Back, Mr. Moto (escrito por Rafael Nieves). Y, previo a Fahrenheit 451, realizó una adaptación del clásico de Robert Louis Stevenson La isla del tesoro, editada por Puffin.

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Así, la adaptación del clásico de Bradbury es el cuarto proyecto en historieta de Hamilton, y es notable tanto el desarrollo que ha tenido en esta área, como la inclusión de ciertos elementos que parecen resultar de su experiencia en el diseño. En este aspecto, el color tiene mucho peso, dando la tonalidad de cada situación y estado de ánimo.

Tras 50 años de la versión de Truffaut, no son necesarias ya una arquitectura y vestimentas retrofuturistas. Hamilton tan sólo hace uso de tonalidades grises y marrones para describir un mundo recluso, sin aspiraciones y apenas respirando, y que es idéntico al que habitamos. En la Fahrenheit 451 de Hamilton parece que ya no estamos ante un...

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