Fox y Derbez priistas en política exterior

AutorJorge G. Castañeda

Desde los años cincuenta, México llevó su relación con Estados Unidos a través de lo que podríamos llamar la option default, como en las computadoras, la option default está en el chip priista que todo mexicano lleva en la cabeza cuando nace; la option default para Estados Unidos, que es la que naturalmente le sale a todo mexicano, gobernante, no gobernante, de izquierda, de centro, de derecha. Consiste en gritar, envolverse en la bandera, desgarrarse las vestiduras, ser bravucón, peleonero y, por supuesto, arreglarse en lo oscurito.

Ese es el chip priista de toda la vida. Un ejemplo ilustrativo es un video extraordinario de la boda de Winston Scott en casa de Pablo Deutz en diciembre de 1962. Winston Scott era el legendario jefe de estación de la CIA en México, uno de los jerarcas de la CIA en Washington y fue enviado a México desde finales de los años cincuenta. Fue el encargado de la investigación de Oswald en México en 1963, poco antes se casa con la ex esposa de otro agente de la CIA Janet Leddy. Los testigos de la boda del jefe de estación de la CIA son el presidente (Adolfo) López Mateos, el secretario de Gobernación Gustavo Díaz Ordaz, Benito Coquet, director del Seguro Social, y probablemente Arturo Ortiz Mena de Hacienda, además de los principales empresarios de todo el país en ese momento, como Carlos Trouyet. Pero el jefe de la CIA no era ni siquiera el embajador americano. Ya me imagino el escándalo si Fox hubiera asistido a la boda de Tony Garza, mucho menos ser testigo de la misma.

A partir del sexenio de (Ernesto) Zedillo y de lo cual tomamos Fox y yo conciencia al llegar al gobierno, vimos que esa option default ya no era posible. Por dos razones: primero porque los americanos ya no se dejan gritonear tan fácilmente; la postura tradicional era tú insúltame, oféndeme, miéntame la madre en público, yo sé que tú necesitas hacer eso con tal de que en lo oscurito nos entendamos. Desde hace varios años los americanos dijeron ya no a ese jueguito, tenemos que entendernos como países responsables. Y dos, porque ya no hay arreglos posibles en lo oscurito, por convicción de Fox y mía, pero también porque en los hechos era imposible, por la democracia, por los medios, por la transparencia, por el Congreso en México. Ese tradicional mecanismo ya no sirve. Nosotros tratamos de establecer el mecanismo exactamente opuesto. No vamos a andar de bravucones, no vamos a estar en público mentándoles la madre a los gringos. No, al contrario, en público vamos a entendernos bien, vamos a negociar en la transparencia más total de todo y, cuando haya que decir que no, lo vamos a decir con discreción y con calma. Porque no necesitamos ganar puntos políticos con la tradicional retórica priista mexicana.

Volando con Condoleezza Rice

En enero del 2000, antes de que el gobierno de Bush tomara posesión, yo me reuní discretamente con Condoleezza Rice. Volamos juntos de Washington a Los Ángeles, durante cinco horas, platicando; luego nos reunimos tres horas en un salón privado del aeropuerto de Los Ángeles y durante esas ocho horas discutimos sobre varios temas: desde la revolución soviética y cómo Stalin se escabechó a Zinoviev y Kamenev, que son las cosas que ella conocía mejor, hasta los temas específicos de cada país de América Latina junto con los temas bilaterales. Por ejemplo, hablamos de Hugo Chávez, y sus palabras fueron premonitorias. Condoleezza Rice opinó, de manera personal, "que había que distinguir entre sus travesuras (annoyances) y las cosas realmente peligrosas para los intereses de EU en la región. Por ahora ella consideraba que sólo eran travesuras (subir al coche con Saddam Hussein, fotografiarse con Fidel Castro, ofensas a EU), pero tomar medidas expropiatorias dentro de Venezuela o seguir apoyando a las FARC o desestabilizar a Ecuador y Bolivia o reenergizar (re-energize) a Castro con presencia en la región, eran cosas muy diferentes". Fijamos una larga agenda que nunca fue, a pesar de todas las tonterías que se han dicho, exclusivamente centrada en lo migratorio.

Los temas políticos principales eran dos: la certificación en la lucha contra el narcotráfico y la migración. Tratar de eliminar el proceso de certificación en el primer año y avanzar hacia un acuerdo migratorio. En cuanto al comercio, existían tres temas principalmente: el azúcar, los aguacates y el cemento. (Luis Ernesto) Derbez no quería que me metiera en el tema del azúcar. Me metí un poco ya que pensé que teníamos más posibilidades de lograrlo nosotros en Relaciones que Derbez en Comercio. Aun cuando era un tema comercial se iba a resolver políticamente en el Congreso y sobre todo en el Senado de Estados Unidos. Derbez no quiso. Al final él se quedó con el tema, creo que hasta la fecha no se ha resuelto. El problema del cemento era de antidumping contra una empresa de Chihuahua, creo que de Federico Terrazas y contra Cemex. En el tema de los aguacates, logramos desde los primeros días que se fuera ampliando el número de estados americanos adonde se podía exportar y el número de meses durante los cuales se pueda exportar. Todos estos detalles son simplemente para mostrar que desde el principio estuvimos metidos también en los temas micro y no sólo en la cuestión migratoria. La exportación de aguacates de México a Estados Unidos se ha multiplicado por 10 en cinco años: de 20 millones de dólares en el 2000 a 200 millones de dólares en el 2004; 180 millones de dólares de aumento de exportaciones, prácticamente sólo de Uruapan.

En ese tiempo la agenda también incluyó el tema de Terceros Países, uno de los temas que no tenían que ver con la relación bilateral pero que decidimos incluir, ya que tanto ellos como nosotros queríamos un diálogo de otro tipo. Durante esa reunión con Condoleezza Rice comentamos sobre Venezuela, Colombia y Cuba, es decir los temas que iban a ir evolucionando y durante dos años fuimos siguiendo paso a paso cada uno de ellos.

Una vez que (Colin) Powell fue aprobado por el Senado como secretario de Estado, continuamos con los mismos temas y seguimos la misma agenda. Con el mismo entendido: cambiar el chip. No iba a haber grandes alharacas. No íbamos a envolvernos en la bandera y tirarnos de la Torre Latinoamericana. Ahora íbamos a entendernos bien en público, sacar adelante los asuntos y, cuando hubiera que decir que no, hacerlo con discreción.

'Les encajé el tema migratorio'

Durante los dos años y pico que estuve en la Secretaría, hubo muchas ocasiones en que tuvimos que decir que no o hacer cosas que no les gustaban o que explícitamente nos pedían que no hiciéramos. Para empezar el tema migratorio: (Jeffrey) Davidow, en su indiscreción y falta de tacto, ha dicho muchas veces que él no estaba de acuerdo en que incluyéramos el tema migratorio. Es cierto, no estaba de acuerdo, pero a mí no me pagaba Davidow, me pagaba el contribuyente mexicano y yo representaba esos intereses y no los de Davidow. Así fue que me lo brinqué y me fui con Rice y me fui con Powell y establecí mi propia relación con ellos y les encajé el tema migratorio. Otro ejemplo es el de la certificación: nos dijeron que era muy complicado y que tomaría mucho tiempo y en realidad no querían que lo planteáramos. Fuimos a Washington en enero, nos reunimos con todos los senadores pertinentes, con el presidente del comité pertinente, Joseph...

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