Francisco González Crussí: Entre lo empírico y lo fantástico

AutorJosé Angel Navejas

El universo de Francisco González Crussí es el cuerpo humano. La lúcida pluma de este galeno ha convertido al cuerpo, inagotable enigma, en el manantial de su producción literaria. En la prosa del patólogo mexicano la frontera entre ensayo y ficción se disipa. No sólo eso: disciplinas aparentemente distantes como la patología y la literatura se convierten en la doble hélice que gira en torno a su obra. Así, las páginas de este médico literario abren las puertas a un mundo relativamente nuevo y fantástico donde ciencia y ficción convergen.

Trazados con el filo del bisturí mas retocados con la exquisitez de su pluma, los ensayos de González Crussí parten del mundo empírico y rematan en el plano de lo fantástico: un joven en pésimo estado cuyo putrefacto cuerpo se ha convertido en vida en santuario donde las moscas comulgan y se reproducen sirve de punto de partida a las cavilaciones más espectaculares. Pasando del papel erótico-divino de la mosca en la mitología griega a la supuesta ascendencia demoniaca que Lutero le adjudicaba, González Crussí declara que, a pesar que nuestra era le haya arrancado todo atributo sobrehumano, la mosca, dada la superioridad de sus sentidos (la vista, por ejemplo), debe compartir de alguna naturaleza o divina o demoniaca.

El filósofo G.W. Leibniz quiso, con genuina presunción alemana, explicar la creación: desde el más mínimo detalle hasta las razones principales y contingentes del Creador. Tal empresa, claro está, no tiene más fin que el fracaso (y debe ser desde el principio leída como una obra de ficción). Lo admirable de Leibniz, entonces, no son ni sus hallazgos ni sus conclusiones -siempre una mera vindicación de la moral cristiana reinante en sus tiempos-, sino su incursión en el plano de lo fantástico: un primer paso por vislumbrar un más allá que explique el más acá desde el punto de vista de la ficción. Cualquier lector sensible a la literatura fantástica no tardará en reconocer en los escritos de Leibniz (especialmente en Discurso de metafísica y monadología) una suerte de filosofía apócrifa más inclinada a la fantasía que a la lógica. Algo similar ocurre con los escritos de González Crussí.

Aunque más modesta, la obra de González Crussí no es menos ingeniosa que la de Leibniz. Dos versiones del Universo, la una técnica y la otra teológica, divergen ambas en su fin: una se abre camino entre encrucijadas viscerales, la otra entre senderos celestiales. No obstante, la semejanza entre la obra del escritor mexicano y la del filósofo-teólogo alemán se encuentra en el uso de sus respectivas disciplinas para incursionar en el plano de lo fantástico: en el universo leibniziano, el fin del cuerpo es entrar en sincronía con su respectiva mónada, carne y espíritu reconciliados y entrelazados en el mundo concreto. Así...

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