Froylán M. López Narváez / La penúltima palabra

AutorFroylán M. López Narváez

Nadie debería hacerse loco en cuanto toca al financiamiento del Estado mexicano o lo que parece serlo. El empobrecimiento del erario y las demandas y reclamaciones populares, sociales e internacionales evidencian que los gobiernos federal y los de los estados la están pasando muy mal y se avizora y amenaza con que el próximo año el raquitismo, que empieza a ser crónico, deficitario, podrá llegar a la inopia, al quebrantamiento económico, a la emulación forzada de Argentina en el quinquenio reciente.

El terrorismo fiscal se acompaña ahora del fatalismo financiero. El actual director de Pemex insiste en la advertencia de que el presente y el destino de la principal empresa del país están en riesgo mortal. Que no es posible que se mantenga el régimen fiscal que hace que la petrolera pague más dineros en impuestos que los que logra en sus utilidades. No considera asuntos no menos graves, y quizás mayores, que tienen que ver con los mil y un robos, con los ingresos rapaces de funcionarios, con los saqueos sindicalistas, con las jubilaciones, con las compra-ventas de su producción, con las transas con los aceites, con los negocios de insumos y de servicios. No obstante, es empresa magna, de mucha eficacia, imprescindible, propia.

Raúl Muñoz Leos define o determina la perennidad o la fatalidad de la descapitalización: en tres o cuatro años, profetiza, el derrumbe es posible.

Para colmo de amenazas y desatinos Hacienda ha perpetrado la peregrina y provocadora idea de afectar instituciones y afanes que con lo poco o mediano que pueden dar, en calidad, en tendencia no, mantienen, defienden, promueven valores de la vida, la inteligencia, que la memoria, la alegría y la conciencia mexicanas. Ciertamente no son menores los despilfarros, los sindicalismos abusivos y estériles en los ámbitos reconocidos como culturales. Se han propuesto, con torpeza y desacato, desincorporar al Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), al Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) y a los Estudios Churubusco, entre otras castraciones al arte y a la inteligencia pasadas y posibles.

Junto con el estado de emergencia fiscal y reformista que propugnan los foxianos, se colige que también entre ellos, los secretarios y subalternos se materializan pugnas sucesorias, contradicciones por divergencias de criterios o de intereses futuristas. En estos pleitos, y en otros, es evidente que Francisco Gil Díaz y Santiago Creel se atrincheran y disputan decisiones y sentidos a la...

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