El futuro: La cirugía no invasiva

AutorAntonio Bertrán

Fotos: Odette olguín

El doctor Aarón Torres suspira, se acomoda en el banco acojinado con cierta impaciencia y suelta un "¡chin!" cuando un "sangradito" vuelve a teñirle de rojo el visor.

"¡Chúpale bien bien, Efrén, por favor, que no veo nada!".

"¿Tú ves algo, Efrén? ¡Yo no, y necesito ver bien!", exclama y un micrófono magnifica su urgencia en el quirófano. El asistente observa su monitor y mueve con precisión el micro irrigador-succionador para limpiar los tejidos.

"Así, muy bien; está bueno este planito (de visión), vámonos por aquí", dice el especialista complacido.

Son las 12:15 de la tarde de un martes de marzo. Torres lleva más de tres horas liberando poco a poco, como quien pela las finas capas de una cebolla, la próstata cancerosa de un paciente de 63 años, para extirparla.

El urólogo trabaja cómodamente sentado frente a una gran consola a tres metros de distancia de la mesa de operaciones. Su cabeza se pierde en un visor de tercera dimensión con zoom automático que controla con un pedal en su pie izquierdo.

No lleva guantes, apoya los antebrazos en una ergonómica barra y con los dedos pulgar y medio dirige a control remoto unas tijeras, un disector y una pinza grasper, todos diminutos.

El índice le permite accionar un cluth para acomodar a los dos timones donde sus muñecas no dejan de moverse. Parece un niño feliz con un súper videojuego cuyas armas son instrumentos reales dotados con una movilidad superior a la de la mano humana, que pueden sostener, cortar y cauterizar en todos los ángulos, con delicadeza y precisión.

"Es muy entretenido este procedimiento, me divierte mucho, y si no te divierte tu trabajo, estás frito", confiesa el urólogo oncólogo.

Su colega Efrén Yáber está pegado al paciente y sigue la operación en un monitor plano; además de irrigar y succionar, extrae, limpia o cambia -según se requiera- los micro instrumentos de los cuatro brazos del robot Da Vinci Si HD, que parece una gran araña que mueve las patas sobre el vientre inflamado del paciente.

Al mediodía, Torres acaba de llegar a la región anatómica donde se localizan los nervios que permiten la erección del pene y quiere tener la visión totalmente limpia para no dañarlos y evitar así una disfunción post operatoria. Por eso le pide insistentemente a su ayudante que eche "agüita" y succione los fluidos.

"La pulcritud es un atributo muy preciado dentro de la cirugía", advierte.

En los primeros pasos de la operación, el especialista separó la vejiga de la...

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