GACETA DEL ÁNGEL / Allá en el Zócalo

AutorGermán Dehesa

Mentiría si les dijera que las he visto todas, pero en la ya larga cuenta de mis días, me ha tocado atestiguar varias transformaciones del Zócalo. Lo he conocido con verdor, con palmeras, con macetones, sin vegetación, con cadenas y así pelón y poco grato como está ahora. Los locutores engolados hablan de "la plancha del Zócalo" y sin quererlo tienen razón: hacia el mediodía de los días calurosos, el Zócalo es una verdadera y ardiente plancha. Por mucho tiempo yo lo conocí como lugar de paso, o como sitio idóneo para desfiles y celebraciones cívicas. Ahora se ha convertido en una especie de salón de usos múltiples para la Ciudad. Esto, si no recuerdo mal, comenzó con los gobiernos perredistas y, de hecho, me parece plausible y democrático que los ciudadanos tengamos ahí nuestro salón de juntas y de entretenimientos diversos. En este momento estoy recordando a una trémula gacela, la primera y la última a la que he logrado convencer de que se ponga minifalda de mezclilla para mi personal regocijo, a la que enseñé a vociferar y a gritar consignas durante un mitin de apoyo a Cuauhtémoc Cárdenas. He estado ahí también con diversos motivos de defensa de las causas populares en compañía de María Victoria Llamas que, al ausentarse tan tristemente, me ha dejado sin nadie que enjugue los ampollones que me producen las marchas democráticas.

Es mi Zócalo y es mi Ciudad. No tengo que ser taxista tolerado, ni vendedor de mercancía pirata para experimentar esta sensación de pertenencia que incluye a todos los edificios aledaños. Alguien, me pregunto yo, habrá ido en la alta noche a observar el Sagrario de Catedral, obra maestra del barroco estípite realizada en el siglo XVIII por el maestro Lorenzo Rodríguez. Está iluminado con luz azul y el trazo barroco se convierte en tenue laberinto tropezado de palomas que duermen en las oquedades y de esos silencios que reposan en cada curva. Vayan una noche y verán que valió la pena vivir esta suerte de continuación del "Nocturno a San Ildefonso", uno de los poemas más bellos y emocionados de Octavio Paz.

"El Zócalo donde cabe/ la...

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