Genio y Figura / Carisma y candidato

AutorGaby Vargas

¿Qué es? ¿De qué se compone? ¿De dónde viene? Carisma, palabra que se origina en la época de los griegos, deriva de la palabra kharis, que significa gracia o regalo divino. Después, la iglesia católica toma el término para describir las dádivas que se recibían de Dios, como sabiduría, don de la profecía o capacidad de sanar.

A principios del Siglo 20, Max Weber, el sociólogo alemán, retoma la palabra carisma para describir a figuras excepcionales que revolucionaron la política a través de una fuerte personalidad. Afirma que quienes tienen carisma poseen "un regalo que los distingue de los hombres ordinarios".

Posteriormente, otros científicos sociales estudiaron este don con el propósito de encontrar los ingredientes que forman una personalidad carismática. Cuando se encontraron frente a un callejón sin salida, la teoría dio un giro. En lugar de atribuírselo a características de personalidad, los sociólogos afirman que es el comportamiento la fuente del carisma.

El diccionario la define como una cualidad especial de liderazgo que inspira y atrae. Albert Camus la describe como la capacidad de conseguir un "sí" sin haberlo solicitado. Lo cierto es que este magnetismo mágico y misterioso ha intrigado al hombre siempre. Es una habilidad sin duda importante para destacar en cualquier campo, pero en ninguno de tan vital importancia como para un político y, sobre todo, en campaña.

Las personas podemos estar o no de acuerdo con las propuestas, con la trayectoria o con las habilidades que cada uno posea o no. Sin embargo, la mayoría coincidimos en cuanto se cuestiona quién tiene o no carisma.

Hay un tipo de carisma falso; no lo confundamos. El sólo hecho de que un político sea famoso le da ya un cierto carisma automático. Cuando vemos a uno de ellos en persona, nos impresiona ver que es el mismo que vemos en todos lados y a todas horas. Asimismo, el poder es capaz de dar al más común de los mortales un aura de carisma. El momento que una persona se coloca la banda presidencial sobre el pecho, de inmediato irradia grandeza e importancia. Una vez que sale de su puesto y se convierte en un ciudadano más, pareciera que se hace chiquito otra vez. Ese no es el tipo de carisma que ha sostenido vivos a lo largo de la historia a personajes como Gandhi, Roosevelt, Churchill, Charles de Gaulle, Kennedy o López Mateos.

Todos conocemos personas que sin ser famosas entran a un lugar y de inmediato éste se llena con su presencia. Despiertan en nosotros algo...

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