Guadalupe Loaeza / A los abuelitos poblanos

AutorGuadalupe Loaeza

Queridos abuelitos y abuelitas de todo el estado de Puebla:

Si me dirijo a ustedes en esta ocasión es porque su "nieto", el gobernador Mario Marín, los mencionó el 18 de febrero en un discurso que hizo en Puebla, respecto, según él, "a la vil infamia" que los medios y el centro de la República le han montado en relación a las grabaciones entre él y el "rey de la mezclilla". Fue muy claro cuando dijo: "Esto que me han hecho es una vil infamia pero no solamente a Mario Marín, sino a los poblanos, es una calumnia vil de intereses ajenos a Puebla... que no provoquen a los campesinos que tanto quiero y por los que tanto trabajo, que no provoquen a los jóvenes y a las mujeres que creen en mí, que no molesten ni provoquen a mis queridos abuelitos y abuelitas y a las personas con discapacidad que tanto necesitan de mí".

Créanme, queridos abuelitos y abuelitas, que lo que menos quiero es provocarlos, ni hacerles mala obra para derramarles la bilis, ni mucho menos asustarlos, pero me parece fundamental quitarles la venda de sus ojitos para que sepan quién es realmente ese nieto que ustedes hasta ahora habían considerado como un nieto precioso, sano, bien educado y de buenas costumbres. Pero, desafortunadamente, no es así... Es un muchacho de porra, un muchacho que tiene un vocabulario de cargador de la Merced antigua y un muchacho que se ha rodeado de puras malas compañías, los mismos que seguramente lo echaron a perder. Créanme, abuelitos, que su nieto anda por muy mal camino, hasta el arzobispo Norberto Ribera Carrera pidió que se investigaran las grabaciones. Ahorita ni su confesor lo podría absolver de los pecados tan horribles que ha cometido que abarcan casi los siete pecados capitales y ofenden a los 10 mandamientos. ¿Se dan cuenta, abuelitos, que este muchacho se nos echó a perder por sólo dos botellas de Cognac? Y que en una de éstas eran "piratas", porque el que se las ofreció a cambio de meter a la cárcel a Lydia Cacho, todo él es un fraude, un personaje siniestro que creíamos que jamás se hubiera podido dar dentro de la sociedad poblana, una sociedad tradicionalmente conservadora y de muy buenas costumbres.

Ustedes que hasta el viernes en la mañana, que nuestro periódico publicó la gráfica del resultado del estudio de la voz, creían que podía ser la de un actor de La Parodia, es decir, que no era la voz del góber precioso, quien decía todas esas groserías, porquerías, majaderías y comentarios misóginos, sino una espléndida imitación, me...

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