Hízose la luz..., y agarró la onda

AutorJavier Cruz

El abracadabra de la física relativista ha llegado al extremo en que uno puede proponerse decir "Einstein "y se descubre diciendo, en su lugar, algo como "¡S' tenga ái!".

Es como si la última parte del sonido -la que suena "stain "-adelantara a la primera -"ái "- en el viaje, y la voz llegase al oído en el orden inverso. (El "ga "de "tenga "es una especie de licencia lírica. )El efecto va contra toda intuición, y si persistiera a lo largo de un argumento, ocurriría el sinsentido de que la conclusión precediera a las premisas, truco sólo visto con frecuencia en los debates sobre el presupuesto.

Algo semejante sucedió la semana pasada con la noticia de que el físico Lijun Wang y sus colaboradores del Instituto de Investigaciones NEC, en Princeton, Estados Unidos, habían conseguido producir pulsos de luz capaces de viajar varias veces más aprisa que la luz misma.

Más allá del juego de palabras a que se presta un rayo de luz más veloz que un rayo de luz, el hecho es de interés porque en salones de clases, en libros de texto, en documentales de divulgación -y en alguna que otra sobremesa con aire tenebroso -cunde como un dogma de la física relativista la afirmación de que nada, absolutamente nada en el Universo, puede viajar con velocidad superior a la de la luz.

De hecho, suele identificarse la limitación anterior como el postulado fundamental de la Teoría de la Relatividad de Einstein, y la historia muestra que es arriesgado ponerse contra el mismísimo genio.

Ello no obstante, Wang y sus colegas anuncian, en un artículo en la revista Nature la semana pasada, que un pulso de láser producido en su laboratorio y enviado a través de una celda de vapor de átomos de cesio la cruza de forma tan extraordinaria que "la cúspide del pulso aparenta abandonar la celda antes de haber entrado en ella ".

(Un poco como aquel gol de ilusión óptica que el lateral brasileño Roberto Carlos le marcó a Fabien Barthez, portero de la selección francesa, en 1977: uno apenas estaba viendo al tirador tomar vuelo cuando la pelota parecía estar entrando ya a meta, luego de trazar una curva inaceptable para el sentido común.

El guardameta quedó, en efecto, con cara de haber recibido un gol que se consumó antes de que nadie viera la patada al balón. )

UN AVENTON EN EL TIEMPO

Si, en efecto, un pulso lumínico apuntado a una cajita emergiera de ésta antes de haber entrado, no sólo es que la consecuencia -la salida de la caja -habría antecedido a la causa - el ingreso de la luz -, sino que tan...

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