Homero Aridjis/ Fascinación por la literatura rusa

AutorHomero Aridjis

MOSCU. Nuestra fascinación por la literatura rusa siempre ha sido matizada por la conciencia de los obstáculos a los que se enfrentaron sus creadores. En Rusia la defensa de la libertad de expresión ha sido igual de tenaz que su represión. Apenas Dostoievski se libró de ser ejecutado en 1849 para ser encarcelado en Siberia, donde escribió La casa de los muertos, iniciando la tradición testimonial rusa que culminó en 1973 con la publicación del Archipiélago del Gulag de Solzenitsyn, el cual nos mostró la geografía del mal.

La larga lista de escritores rusos que padecieron la censura, la persecución, el exilio interno, el encarcelamiento, el trabajo forzado en los campos o la muerte a mano de gobiernos tsaristas o bureaucracias soviéticas, o se vieron obligados a emigrar, se extiende de Alejandro Pushkin y Fyodor Dostoievski hasta Nikolay Gumilev, su mujer Anna Akhmatova, Osip Mandelstam (arrestado por primera vez en 1934 por haber escrito el poema El epigrama sobre Stalin, donde llama a Stalin "el montañés del Kremlin" quien "saborea las ejecuciones en su boca como moras/ Y quisiera abrazarlas como si fueran grandes amigos de su tierra"), Pavel Vasiliev, Vladimir Nabodok, Nikolai Zabolotoski, Mikhail Bulgakov, Isaac Babel, Boris Pasternak, Alejandro Solzhenitsyn, Alejandro Tvardovsky, Yuli Daniel, André Sinyavski, Natalia Gorbanievskaia y Joseph Brodsky, para mencionar sólo algunos. Y aquellos que fueron impulsados a quitarse la vida, como Marina Tsvetaeva, Vladimir Maiakovski y Sergei Yesenin.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos oficiales para suprimir y aplastar la creatividad, para imponer el conformismo cultural y para convertir el talento literario en sirvienta del Estado, los escritores rusos defendieron con valor su visión y su percepción de la realidad, a menudo a través de la sátira, la fantasía o la fábula, o manteniendo vivo en el extranjero el mundo espiritual de Rusia. Nuestras vidas y nuestros sueños, nuestra risa y nuestras neurosis, han sido colmados por Eugene Onegin, Raskolnikoff, Dimitri Karamazov, Chichikov, Anna Karenina, Oblomov, Yuri Zhivago, Pnin y Humbert Humbert. Estos personajes extraordinarios a veces nos parecen más vivos y verdaderos que la gente que vemos a diario.

La otra cara de la moneda de la represión es la actitud de reverencia casi mística hacia los escritores disidentes, el estatus mítico que adquirieron en el estado totalitario. Se consideraba al escritor como una autoridad moral, terco e...

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