Huasteca Potosina: Adrenalina a raudales

AutorLorenzo Armendáriz

El día apenas comienza pero la adrenalina crece rápidamente. Un grupo de aventureros se dispone a desafiar esta mañana las turbulentas aguas del Río Tampaón.

Nos encontramos en Tanchanchín -un pequeño poblado situado a 39 kilómetros de Ciudad Valles, San Luis Potosí-, uno de pocos sitios en donde es posible acceder al cauce del río.

Enrique Aguado, el 'trip lider', da sus últimas indicaciones. También Polo, el fotógrafo que los acompañará al descenso hace lo propio: "No importa cómo lo hagas, sino lo bien que te veas", enfatiza.

Poco a poco cada uno comienza a abordar las balsas inflables en grupos de seis. Están conscientes que una vez iniciado el descenso no hay posibilidad de arrepentirse ya que este río tiene la particularidad de carecer de rutas de evacuación. Sin embargo, los guías les han transferido una gran confianza. Además de su valor, van armados con casco, chaleco flotador y el remo -del cual, ya están convencidos, es su mejor aliado y una extensión de su brazo.

Los primeros cuatro kilómetros transcurren en aparente calma, lo que permite ir aflojando los nervios. Después comienzan los rápidos, se tensan los músculos y se echa mano de la principal recomendación del "trip lider": "paciencia, mucha paciencia".

Entonces, balsas y tripulantes comienzan a sortear los obstáculos y así sera durante los próximos 10 kilómetros. ¡Aquí comienza la aventura!

"El Iceberg", "el Ratón Loco ", "la Tumba" y "el Oasis" (algunos nombres de los rápidos) son sorteados uno a uno. Al llegar a la "Ruleta Rusa" la adrenalina llega a su máxima intensidad, se siente un poco de temor, pero todos salen bien librados. Es entonces cuando los guías hacen una pequeña escala sobre una piedra de siete metros para que los aventureros salten hacia el río desde este trampolín natural, en una especie de ritual que corona la hazaña realizada. Todavía habrá oportunidad de nadar en "la Licuadora", poniendo en práctica los consejos de los guías para desplazarse en este tipo de corrientes.

Al final de todos los rápidos, se juntan las balsas en medio del río para ser agasajados con un refrigerio por los guías, en señal de recompensa. La calma del principio retorna en los últimos cuatro kilómetros. Es entonces cuando el espíritu se siente satisfecho y se puede disfrutar del hermoso acantilado que encañona al río y que despide al grupo en un sitio majestuoso llamado "Puente de Dios".

La recompensa del escalador

A la mañana siguiente el grupo está listo para otra aventura...

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