Impulsor de Almoloya

AutorVíctor Fuentes y Abel Barajas

En tiempos recientes, a Juan Pablo de Tavira y Noriega le gustaba presumir cómo, cuando era director del penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez, "metió al orden" a delincuentes de la talla de Rafael Caro Quintero, Alberto Sicilia Falcón o Ernesto Fonseca Carrillo, hasta entonces acostumbrados a las comodidades sin límite de los reclusorios tradicionales.

La vida de De Tavira cambió la noche del 23 de diciembre de 1994.

Ese día, en su casa de Cuajimalpa, el entonces recién nombrado director de la Policía Judicial Federal sufrió un supuesto atentado con gas que casi le costó la vida y forzó su renuncia al cargo al que llegó por invitación del Procurador panista Antonio Lozano Gracia.

Alberto de Jesús Castillo, su jefe de escoltas y principal sospechoso, fue absuelto en mayo de 1995 por un Juez federal de Toluca. La PGR no apeló.

Pero el gas le afectó. Tenía tics nerviosos y al hablar tendía a divagar de un tema a otro. Aún así, por el aprecio a su experiencia, De Tavira encontró trabajo como asesor de Jorge Madrazo en PGR.

Duró poco. En agosto de 1997, decidió que era buen momento para hablar sobre el caso Colosio. Lo conocía porque él recibió a Mario Aburto en Almoloya. "Venía muy golpeado, y yo decidí que no podíamos presentarlo así a los medios de comunicación, así que ordené que lo bañaran, le cortaran el pelo, que le cambiaran la ropa", explicaba.

Sin pruebas, De Tavira acusó del crimen de Lomas Taurinas a José Córdoba, a Carlos Salinas, a procesados ya absueltos. Furioso, Madrazo ordenó su cese.

Llamaron la atención los ataques porque Salinas fue...

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