Tolvanera/ Indecisos

AutorRoberto Zamarripa

Esta será la semana decisiva. Los escarceos, los rezos, las visitas, quedarán diminutas ante la suerte de tensiones que deberán venir. El nuevo frente internacional que ha organizado Estados Unidos para llevar adelante una resolución de envoltura para un ataque ya definido, apretará el acelerador sin importar los costos de su empeño.

Es una semana de decisiones donde el gobierno mexicano debería calibrar las consecuencias de su postura ante el conflicto. No hay mucho margen y sí obligadas definiciones. Estados Unidos, Gran Bretaña, España e Italia operan en un esfuerzo de debilitamiento de los países opositores al proyecto belicista norteamericano. Tal parece que la preocupación en círculos diplomáticos mexicanos fuera la definición del voto en el Consejo de Seguridad, cuando en el fondo la apuesta es a la neutralización de la voz mexicana y de su conducta.

Desde luego que Washington agradecería un voto mexicano favorable en el Consejo de Naciones Unidas para la condena al gobierno de Iraq y el reclamo por su incumplimiento de la resolución 1441.

Aunque la apuesta de Estados Unidos, tal como lo han revelado los diarios de aquel país, es al aseguramiento de nueve votos, México podría resultar relevante pero también puede no ser considerado necesario. El incremento de la presión diplomática busca doblar al gobierno mexicano e incidir en el ambiente de la opinión pública nacional; Estados Unidos también persigue el objetivo de neutralizar una opinión beligerante; pretende inhibir y silenciar. Las advertencias de represalias en caso de que México no apoye a Estados Unidos son efectistas pero difícilmente encontrarán asidero en el marco de un conflicto bélico.

La agenda migratoria -o su estancamiento- no variará por el conflicto bélico. Al contrario, la política de seguridad interna de Estados Unidos alteró todas las posibilidades de flexibilidad en el control de las fronteras. Los incrementos de vigilancia, espionaje y búsqueda de sospechosos en el circuito de la migración ilegal y de la legal, han pospuesto en los hechos las posibilidades de nueva reglamentación o de acuerdos políticos y diplomáticos respecto al tema.

El intercambio comercial y económico entre México y Estados Unidos sin duda puede ser afectado por un conflicto bélico. Pero no sería paralizado, ni borrado por una circunstancia en la que México discrepara del gobierno norteamericano.

El fondo del debate sigue siendo el de la vigencia de normas internacionales, en el...

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