Inducción del voto rural: Donde aún vive el dinosaurio

AutorFernando del Collado

Nunca se ha festejado más la libertad del sufragio como nunca ha habido una fractura tan profunda entre el ámbito rural y el urbano.

El 2 de julio, mientras las zonas urbanas vivían los mayores ejemplos de civilidad electoral, en las regiones rurales la jornada se desarrollaba a la vieja usanza: intimidación, acarreo, amenazas, coacción, compra directa del voto.

Fue una estampa de los viejos tiempos. Otra vez la utilización del hambre y la ignorancia para hacerse de votos. Otra vez la maquinaria tricolor empeñada en mantener sus fueros. De nuevo la dinosáurica estructura que se

resistía y se resiste a morir en buena lid.

El recuento final: casi 4 millones de sufragios (3 millones 895 mil 406) de los más míseros del país, de los clasificados como los pobres más extremos, cruzaban su voto a favor del PRI. Cumplían así con su "palabra empeñada" y le brindaban al candidato tricolor, Francisco Labastida, cerca del 30 por ciento de los votos que recibió a nivel nacional en su fallida lucha por la Presidencia.

De los 109 distritos rurales que componen la geografía electoral del país, el PRI triunfó en 86. El mismo número de distritos considerados "duros" desde 1994. Las mismas zonas donde la coacción se mantiene sin cambios.

Informes previos a la elección federal del 2 de julio, y los que les siguieron, elaborados por organismos civiles de vigilancia del voto fueron contundentes: en las zonas rurales un total de 288 denuncias registradas antes de la jornada documentaron el uso electoral de programas sociales gubernamentales, la compra del voto por dádiva o recompensa, presión directa de servidores públicos e intimidación de caciques y dirigentes regionales del tricolor.

"Los reportes de los visitantes extranjeros y de las organizaciones de observadores nacionales coinciden en que los avances de limpieza y participación electoral registrados a nivel nacional no corresponden con la realidad de la cultura de cacicazgo y dominación, las acciones de presión y amenaza, los mecanismos de compra de votos que siguen presentes en los estados del sur del país, especialmente Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Veracruz, Yucatán y Tabasco", resume un informe realizado por Alianza Cívica.

Con despensas y gallinas

En los dos reportes de irregularidades del proceso electoral detectados por los observadores de Alianza Cívica y presentados días antes de la elección federal, la coacción parece no tener límites.

La compra del voto se daba a pleno día y se adquiría en especie y a través de dinero en efectivo. Ante los más necesitados, el compromiso se "amarró" con la distribución de despensas, kilogramos de maíz, litros de leche, el regalo de gallinas. O se adquiría a través de láminas de asbesto y demás materiales de construcción. Sin faltar la venta en "cómodas mensualidades" de enseres domésticos.

Pero también se amenazó con la eliminación de los programas sociales de becas educativas y alimenticias, con los servicios de salud, con el reparto de fertilizantes. No faltaron las listas de "compromiso" en las más remotas comunidades donde se solicitó la credencial de elector y se amedrentó con quitarles los beneficios gubernamentales.

Pero la coacción no sólo se limitó a los días previos a la elección. Durante la jornada en la mayoría de las zonas rurales se registraron ilícitos electorales. Sólo en Chiapas, que cuenta con 10 distritos rurales, un total de 14 organizaciones civiles de observación electoral desplegadas en mil 22 casillas, denunciaron 151 incidentes y delitos electorales. Acarreo, proselitismo directo a favor del PRI en las casillas, vigilancia del sentido del sufragio por parte de dirigentes priistas y compra directa del voto, fueron las mayores denuncias.

En el informe sobre la "Calidad de la Jornada Electoral del 2 de Julio de 2000", dado a conocer por Alianza Cívica luego de las elecciones, esta organización denunció que en el 25 por ciento de las casillas instaladas en las zonas rurales del país, los votantes no pudieron ejercer su voto de forma "libre y secreta". En el 19 por ciento de ellas, la presión recibida se ejerció en grupos de más de "dos personas" y en otras seis por ciento, la "presión se ejerció a la mayoría o a todos" los votantes por casilla rural.

El estudio resalta que en el 11.3 por ciento de las casillas, la presión provenía del "representante de partido", en el 6.5 por ciento, una persona no identificada "veía por quién se estaba votando", mientras que en otro 6.9 por ciento "había personas con lista de votantes que iban palomeando". Y en otro 4.6 por ciento de casillas, "los electores mostraban su voto...

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