Industrias Culturales: Diccionario de la década

AutorNéstor García Canclini

¿Con qué palabras, en qué genero, describir cómo nos globalizamos? Se dice que una pista para valorar cuánto ha cambiado el mundo en los últimos 10 años es fijarse en los términos que no existían antes, por ejemplo broker, compact, escanear, internauta, teletienda, virus informático. Voy a detenerme en otras palabras que tal vez iluminen mejor por qué se ha vuelto difícil seguir narrando la globalización con tono épico o tecnocrático.

Desórdenes. Hemos pasado de una globalización económica y tecnológica vista como destino único del mundo a los conflictos e incertidumbres de una globalización intercultural que nadie sabe cómo gobernar. En la década de los 90 el FMI y el Banco Mundial habían convencido a los gobiernos y los medios de que la apertura económica, la privatización del patrimonio de cada nación (energía, petróleo, bancos, aerolíneas) y su entrega a transnacionales, traerían los únicos beneficios sociales que podían esperar los postergados de cada país. Los tigres asiáticos exhibían aún sus saltos milagrosos, y los presidentes Menem y Salinas, con resultados más modestos, todavía ganaban elecciones presumiendo ante sus países que los estaban colocando en el primer mundo.

Seattle, Génova y Cancún son algunas de las ciudades donde quienes lideran los fracasos de aquellas promesas encontraron difícil reunirse y llegar a acuerdos. Ya no les basta atrincherarse, porque algunos gobernantes que participan en las negociaciones (de Argentina, Brasil e India) también cuestionan el modo actual de globalizarnos. Muchas otras ciudades se han vuelto escenarios del descontento y la inseguridad: aun quienes no tienen torres derrumbadas, ni terrorismo o secuestros diarios, no saben qué hacer con tantos millones de turcos en Berlín, musulmanes de tantos países en Londres, París y Roma, sudamericanos en Madrid y Barcelona, cubanos, colombianos, mexicanos, peruanos y salvadoreños en California, Florida y Nueva York.

Las tres formas básicas de la globalización comunican ampliamente, pero también producen desarreglos generalizados: el dinero y las mercancías circulan sin reglas claras; los migrantes desestabilizan las relaciones entre territorio, cultura y naciones; y los medios masivos informan a todos, simultáneamente, de las incertidumbres ingobernables.

Diversidad. Los periféricos se mudan porque sus países fueron despojados por los saqueos de las transnacionales, y suponen con sensatez que los beneficios deben estar en el norte. Esperan acceder a una parte, aunque sea vendiendo mercancías prohibidas. Aun los migrantes que tratan de integrarse correctamente son tan numerosos, comen y visten de maneras tan distintas, que han vuelto inservibles todas las definiciones de Occidente.

Creció tanto la diversidad generada por la globalización que ésta ya no se puede confundir con la uniformidad que se le atribuía. Ni en México, ni en Madrid, ni en Buenos Aires, la multiplicación de McDonald's o la difusión de CNN va convirtiendo a las multitudes al american way of life. Los dueños del comercio mundial generan sentimientos muy variados: admiración, rencor, opciones alternativas y a veces indiferencia. Después de una o dos décadas de expansiones globalizadas, en todas esas ciudades hay más restaurantes sushis y otros asiáticos, latinoamericanos o tex-mex que McDonald's. Crecen las opciones de televisión por cable, no sólo de canales en inglés.

Es difícil sostener la diversidad: caen editoriales, productoras de discos...

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