Infancia es destino / Novo, el niño frente al espejo

AutorGuadalupe Loaeza

Este domingo me gustaría recordar a Salvador Novo (1904-1974), el escritor, el poeta y el dramaturgo que perteneció al grupo de escritores que hizo la revista Contemporáneos en 1928. El cronista al cual le tocó conocer una Ciudad de México llena de paseos y de anécdotas escondidas.

Al escritor que era una celebridad pública y que salía en la televisión hablando de poesía, de la historia de nuestro País o de los antiguos aztecas. El amigo de María Félix y de Dolores del Río. El escritor temido que disparaba los epigramas más certeros contra sus enemigos y contra sus amigos, por igual.

El gran escritor y académico que escribió de todos los temas, de los viajes y el canto de las aves, de la publicidad y de la vida cotidiana, de pintura y hasta de su bisoñé naranja. Aquel que contara su vida semana por semana y que fascinaba con sus crónicas a escritores como Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco y Elena Poniatowska.

Sí, a Salvador Novo, una leyenda que atravesaba caminando por las calles de Coyoacán, cuya historia sabía de memoria, y que a veces visitaba el Centro Histórico y relataba las anécdotas más curiosas de los escritores que habían vivido en esta ciudad.

Pero hay que decir que de este escritor burgués -como le gustaba definirse- a veces se contaban historias que escandalizaban a mucha gente.

Se decía que, en ocasiones, frente a gente muy conservadora, sacaba una polvera y se retocaba las cejas o se ponía un poco de rubor en las mejillas.

También se decía que, en cierta ocasión, cuando era joven, llegó con sandalias doradas a pasearse por el patio de la Escuela de Jurisprudencia, y que todos los jóvenes, que lo miraban incrédulos, comenzaron a insultarlo.

Cuántas cosas se contaban de este escritor, pero sobre todo cuántas se murmuraban. Puede decirse que Novo ha sido uno de los más valientes escritores de nuestro País, porque respondió al machismo de su época. Por eso Gabriel Zaid dice que Novo es "el más macho de nuestros escritores".

Cuando se cumplieron 24 años de su muerte, sus herederos dieron a conocer sus espléndidas memorias, tituladas La estatua de sal (Conaculta, 1998), las cuales lo pusieron nuevamente de moda.

Novo escribió sus memorias en gran medida para "autoanalizarse" y tratar de explicarse su personalidad gracias a sus conocimientos de psicoanálisis. Pues como decía: "Ya no voy al psicoanalista, porque era más inteligente que él y no me ayudaba para nada".

Gracias a sus memorias, nos enteramos que ese escritor tan...

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