Instituciones de cultura libre

AutorGabriel Zaid

Las instituciones culturales fueron naciendo en la memoria, la corte, el campus, la tertulia, la imprenta, desde la prehistoria hasta el Renacimiento.

La primera fue la tradición. Es una institución que conserva y recrea de memoria las innovaciones (generalmente anónimas) de la cultura popular. Sigue vigente en el habla, las creencias y muchas prácticas de la vida cotidiana.

La cultura superior aparece en las cortes de la Antigüedad. Refina la cultura popular y acelera la innovación. Nace libre, pero pronto queda bajo la tutela del monarca.

La educación superior también nace libre, en la Edad Media, pero pronto queda bajo la tutela de la Iglesia. Las primeras universidades fueron cooperativas de estudiantes que, en vez de tomar clases particulares en casa del maestro, contratan una casa, bedeles que la cuiden y maestros que vayan a dar clases. Las cosas se complican cuando adoptan la figura de gremios (primero de estudiantes y luego de maestros) que definen quiénes saben y quiénes no, quiénes tienen derecho a ejercer y quiénes no, como los gremios de artesanos.

El monopolio gremial anduvo suelto como un poder autónomo hasta que fue sometido a la tutela del poder vertical. El Estado combate la tutela eclesiástica, no para liberar el saber, sino para imponerle su propia tutela: un monopolio que autoriza o no los libros de texto, los programas de enseñanza, las profesiones y la cultura oficial.

La universidad se vuelve dominante por su relación con el poder, primero de la Iglesia y luego del Estado, que le da autoridad para establecer quién sabe y quién no sabe; y, por lo mismo, quién sube y quién no sube. La universidad administra las credenciales del saber para subir. El Estado descalifica y puede encarcelar como "usurpador de profesión" a quien ejerza como cirujano sin credenciales universitarias debidamente registradas.

La cultura libre nace en el mundo comercial. Gutenberg era empresario, Leonardo contratista, Erasmo freelance. Nace al margen de la universidad, y hasta en contra. Erasmo, Descartes y Spinoza rechazaron dar cátedra universitaria. No querían ser profesores, sino contertulios y autores. Frente al saber jerárquico, autorizado y certificado que se imparte en las universidades, prefirieron la conversación y la lectura.

Las academias nacen como tertulias de aficionados a leer, en el Renacimiento: como instituciones de la conversación entre iguales, no como membresías ostentables en el currículo.

La universidad no es académica...

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