Isabel Turrent/ EU y Rusia: la 'cumbre' de junio

AutorIsabel Turrent

Cuando George W, Bush tomó el poder anunció que las prioridades que habían encabezado la agenda diplomática norteamericana hasta entonces -Rusia y el Medio Oriente- ocuparían a partir de 2001 y por decreto presidencial, un lugar secundario en las preocupaciones del nuevo gobierno. Palestinos e israelíes debían empezar a solucionar sus insondables problemas por sí mismos y Rusia se convirtió en un tema secundario. La Guerra Fría había terminado, el país no era ya una gran potencia y el equipo encargado de la política exterior de Bush decidió sustituir los numerosos departamentos encargados de la relación con Moscú, por un pequeño grupo que tendría como función única el "control de daños": evitar que el desmoronamiento de Rusia salpicara a los Estados Unidos.

A renglón seguido, el gobierno norteamericano resucitó el proyecto que Reagan bautizó pomposamente como "la guerra de las galaxias". Un proyecto virtual, para el cual no se ha desarrollado aún la tecnología necesaria, y que prometía la construcción de un escudo antimisiles para proteger a los Estados Unidos de un ataque nuclear proveniente de países "enemigos" con una fuerza nuclear embrionaria, como Irán o Corea del Norte.

El proyecto norteamericano se convirtió en el eje de la diplomacia del Kremlin. El establecimiento de un escudo antimisiles norteamericano era una clara violación del acuerdo conocido como ABM, por sus siglas en inglés -Misiles Anti Balísticos-, firmado en 1972 por Moscú y Washington y una invitación a reanudar una carrera armamentista para la cual Rusia no tenía ya ni los recursos, ni la voluntad.

Moscú había dejado en claro sus objeciones al "escudo" antimisiles norteamericano desde octubre del año 2000, cuando Bush era sólo el candidato republicano a la presidencia. El entonces Ministro de Asuntos Exteriores ruso, Igor Ivanov, había enumerado los riesgos de cancelar unilateralmente el tratado ABM, como proponía Bush. El acuerdo, escribió Ivanov en la revista Foreign Affairs, había establecido el concepto de la "estabilidad estratégica" como base de la relación militar entre los dos países. La renuncia a la construcción de cualquier sistema defensivo contra un ataque nuclear era el cimiento de la "disuasión mutua": no tenía sentido iniciar una guerra nuclear si la respuesta implicaba la destrucción del atacante. "La renuncia de las partes a establecer un 'escudo' anti nuclear", argumentaba Ivanov con razón, "restaba peligrosidad a la 'espada' atómica".

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